Hana (9)

Publicado por Hikari | Etiquetas: | Posted On sábado, 6 de agosto de 2011 at 10:20

Ayer me cansé de escribir, y me puse a leer. Y me descubrí a mí misma llorando con la historia de Hana xDDDD Pensando "¿De verdad quería la gente que fuera así T^T?" puesto que los lectores decidían algunas cosas, y con lo que se me saltaron las lágrimas era algo que habían querido ellos... u.u
¡Pero bueno! También hay momentos pocholitos, así que tendréis de todo :D



      Aquella noche, durante la cena, mientras jugaba con los granos de arroz, Hana pensaba en que un chico que se ve a escondidas con alguien que tiene pareja no es realmente su tipo. Creyendo que es lo mejor para ella, decide olvidarlo.
      A la misma hora, el móvil de Kato sonó. Lo cogió y la pantalla iluminada del móvil le anunció que era Ayaka quien llamaba. Tras un rato de conversación, Ayaka dejó caer el verdadero motivo de su llamada.
      – ¿Le has contado a alguien lo nuestro?
      – Yo no. ¿Por? ¿Te han dicho algo?
      – Bueno, no… pero me han dicho que una chica del club de atletismo ha preguntado por mí. Según me han dicho, le gusto a alguien de tu clase. Ja, ja. Estoy que me salgo.
      Ignorando el último comentario de Ayaka, Kato y ella siguieron hablando un rato y después se despidieron. Después de la conversación, le daba vueltas al hecho de que hubiera podido ser Hana quien preguntaba por ella.
      Sábado por la tarde. Hana estaba en su casa jugando al ordenador. Esa tarde no habían quedado porque Natsumi se había ido a comer fuera con su familia y Ryosuke estaba ocupado con el trabajo del club de fotografía. Por lo que Yoichi y Kato se fueron a un parque que tiene unas pequeñas pistas para echar unas canastas y Hana se quedó en casa.
      Cuando le tocó enfrentarse al jefe del nivel, sonó el teléfono. Sus padres estaban viendo una película en el salón, con el volumen tan alto que no oyeron el teléfono. Así que le tocó salir corriendo a coger el inalámbrico.
      – ¿Sí? ¿Quién es? – preguntó Hana, mientras volvía rápidamente a la habitación.
      – ¿Está Hana? – preguntó la voz al teléfono.
      – Soy yo. ¿Eres Ryosuke? – Hana se alegró de saber de alguno de sus amigos y disminuyó el paso –. Ja, ja. Es la primera vez que me llamas a casa. No había conocido el número.
      – ¿Eh? Ah, ya… je, je. Es que he llamado a Natsumi y no me lo coge.
      – Ya, creo que en la casa de sus tíos no tiene cobertura ja, ja. Muy raro.
      – Pues a ver si me puedes ayudar tú.
      – ¿Con lo de las fotos? Pff no sé si sabré… A mi esas cosas me cuestan mucho… – Hana por fin llegó a la habitación y vio la pantalla de su ordenador. – ¡Aaahh!
      – ¡Me has dejado sordo! – se quejaba Ryosuke al otro lado del teléfono.
      – Perdón – Hana puso voz triste –. Es que me he olvidado de poner el juego en pausa y me han matado.
      – Ja, ja, ja, ja. Qué torpe.
      – ¡No te rías! Que ha sido por tu culpa… – Hana se resintió a haber perdido la partida. – En fin. ¿Quieres que vaya a tu casa a ayudarte?
      – A... – a Ryosuke no le salía la voz – ¿A mi casa?
      – No, a la del vecino. Ja, ja, ja.
      – Bueno, es un viejo un poco verde, seguro que está encantado de que una chica como tú vaya por allí. Ja, ja.
      – ¿Una chica como yo?
      – Sí. Joven.
      – Ja, ja. Ya, claro. Bueno, ¿a qué hora me paso por allí?
      – No sé, cuando quieras.
      – Pues me cambio y voy para allá, que llevo todo el día aburrida. ¡Hasta luego!
      Ryosuke se despidió y Hana colgó el teléfono. Antes de empezar a vestirse, comprobó cuando fue la última vez que guardó su partida. Al ver que no había sido hacía mucho, se alegró.
      No sabía qué ropa ponerse. Si ropa cómoda como hubiera llevado antes, o algo de lo que se había comprado nuevo. Pensó que como sólo iba a ayudar a Ryosuke, era mejor ir cómoda. Cogió unos piratas y una camiseta de manga corta. Pero mientras miraba en el armario, encontró una camiseta negra de tirantes, que llevaba dibujadas dos mariposas plateadas, que le encantaba. Así que se vistió con los piratas y la camiseta de tirantes, llevando unas zapatillas converse.
      Al salir de casa, pensó en dar un rodeo para pasar por el parque a ver a Kato. “¡No, Hana, habías decidido olvidarte de él!” se dijo a sí misma, golpeándose la cara con la palma de sus manos. Así que se marchó directa a casa de Ryosuke.




© Hikari

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