Juego de Imaginación

Publicado por Hikari | Etiquetas: | Posted On domingo, 18 de marzo de 2012 at 22:20

Bueeeno, he estado a punto de dejar de escribir esta entrada, porque hoy he estado de limpieza y de cocinillas, de celebración anticipada del día del padre, y por la tarde tenía planes que al final se me han cancelado, así que saco un ratete para escribir :D

¡Respuesta!
  • Sois de los míos, seeeeeh!! jajaja Cuando alguien te toca la moral es mejor demostrarlo con una mirada con mala hostia que con mil insultos xDD
Y nada, vamos a escribir ahora! Espero tener tiempo porque luego vuelvo a tener planes (soy una chica ocupada 8D jajaja). A ver qué me invento hoy! (empecé a escribirlo ayer sábado, pero me quedé sin tiempo, por eso la entrada sale un día más tarde =.=)

     Arisu apretó sus puños al ver al chico aquél. Sabía que quizá tampoco tenía motivos para odiarle tanto, pero simplemente no lo soportaba. Y todos aquellos sentimientos se reflejaron en su mirada, fulminante, que desmenuzaban cada pedazo de aquel chico. Mientras se marchaba el chico, desvió la mirada hacia la tercera persona parlanchina que había en aquella mesa. Al ver aquella mirada se quedó quieto y frunció el ceño con incomprensión. Tras unos segundos de aguantarse la mirada, Arisu volvió de nuevo a los problemas de matemáticas. Aquel chico, al recordar quien era ella, sonrió y resopló. Al escuchar el ruido del aire saliendo de su nariz, Arisu lo volvió a mirar.
     – ¿Qué? – preguntó ella, molesta.
     – Nada, nada – aquel chico alzó las manos a modo de rendición, y se marchó con la misma sonrisa divertida que tenía aquel lunes en la sala de música. Después de eso se marchó.
     Arisu se volvió a la mesa, apretando los dientes y gruñendo. Daiki y Mio la miraban confusos, pero no sabían si preguntar, porque parecía como un gato rabioso que a la mínima ataca a cualquiera.
     – ¿Arisu? – preguntó mio con un tono de voz suave.
     – ¿Eh? – Arisu abrió bien los ojos. Se sintió avergonzada de su comportamiento, y le entró la risa nerviosa. – No es nada... Es que... Tuve un pequeño roce con ese chico.
     – ¿Roce, eh? – preguntó Daiki con una sonrisa divertida y levantando las cejas. Pero el rostro inexpresivo de Arisu le hizo abandonar esa actitud a la fuerza. Mio se tapó la boca, aguantándose la risa. – ¿Mio?
     Mio era incapaz de decir nada. Simplemente juntó las palmas de sus manos delante de su nariz a modo de disculpa, mientras sus hombros temblaban por la risa. Arisu suspiró antes de dibujar una leve sonrisa. Tras este pequeño momento, siguieron haciendo problemas de matemáticas.
     Llevaban ya mucho rato haciendo problemas, y Arisu sentía que cualquier problema que le pusieran ahora, lo podría solucionar sin vacilar ni un instante, y se sentía feliz por eso. Se despidieron de Daiki y luego regresaron las dos al dormitorio. Por el camino, Mio le preguntó por el chico de la biblioteca, y Arisu se sintió, de algún modo, obligada a contarle lo sucedido.
     – ¿Te dan miedo las arañas? – preguntó sorprendida. Arisu asintió con la cabeza un poco avergonzada. – ¡A mí también! Recuerdo que una vez que nos fuimos de colonias con el colegio a una casa rural, no paraban de salir arañas por los rincones... ¡Desde entonces me dan mucha grima!
     Arisu sintió el apoyo que Mio le intentaba dar, y sintió su corazón cálido. En ese momento pensó que era muy injusto que Sakura y el resto hablaran mal de ella, y que incluso la propia Arisu se hubiera alejado de Mio en presencia de las otras.
     – Eres muy buena, Mio – Arisu dirigió la vista al suelo del autobús y cerró los ojos, mientras sonreía. Mio no sabía por qué decía aquello, pero se sentía halagada.
     Por fin llegaron al dormitorio, y ya se despidieron, marchándose cada una a su habitación. Nada más abrir la  puerta, Chie prácticamente saltó sobre Arisu, buscando auxilio en el mar de aburrimiento en el que se encontraba por los estudios. Se sentaron a hablar, y Chie le enseñó su libreta, con miles de frases divertidas para la canción. Ninguno de los versos que escribió tenían relación con el anterior, sólo se había dedicado a escribir lo primero que le venía a la cabeza, procurando, eso sí, que rimara.
     – Ha sido una tarde productiva, ¿eh? – dijo Arisu entre risas.
     Las dos chicas se dedicaron a cantar y reír hasta la hora de la cena. Estando en la mesa con Mayu y el resto de chicas, Arisu no paraba de recordar la canción tan absurda que estaban montando, y se reía sola.
     – Pareces muy contenta hoy, Arisu – comentó Mayu, contagiada de la felicidad de Arisu.
     – Ha sido un día divertido – Arisu no podía quitarse la sonrisa de la cara..
     – Ajá... – Mayu sonrió con una sonrisa tan amplia que casi se le podía ver todo el arco dentario. Miraba a Arisu divertida, apoyando su cabeza sobre su mano derecha.
     – Ya estás pensando otra vez cosas que no son... – suspiró.
     Mayu rió, y el resto de chicas sintió curiosidad. Mayu quería contarlo, pero cada vez que abría la boca, Arisu saltaba sobre ella, para hacerla callar, repitiendo una y otra vez que todo lo que dijera ella era mentira.
     Al día siguiente, Chie tuvo que despertar a Arisu, a quien se le habían pegado las sábanas. Se incorporó en la cama de un salto al ver la hora que era. Chie partió hacia el instituto mientras Arisu se arreglaba lo más rápido que podía. Cogió la bolsa y salió corriendo, pudiendo alcanzar a Chie en la parada del bus.
     – No te has peinado, ¿a que no? – Chie rió, señalando su cabello. La respiración de Arisu se cortó al acordarse de su pelo, y poniendo sus manos en garra, se peinó como pudo. – Toma anda – dijo, mientras le ofrecía una goma de pelo –, así será más fácil disimularlo.
     Arisu se recogió el pelo en una coleta de caballo. La apretó fuerte para sujetar bien el pelo, y miró a Chie pidiendo su opinión sobre cómo le había quedado. Chie levantó su pulgar dando su visto bueno.
     Por fin llegaron al instituto. Se despidieron en el pasillo, y cada una entró en su clase. Era la primera vez que entraba en el aula y había tanta gente ya dentro. Saludó a Mayu con la mano y luego se sentó en su asiento.
     – Buenos días – dijo Mio alegre, como siempre. Arisu le devolvió el saludo. – Que... te quería comentar algo... – su rostro alegre empezó a mostrar cierta preocupación. – Es que... hoy he quedado a comer con mi hermano... así que....
     – Ah, bueno – Arisu sonrió, aliviada, pensando que sería algo más grave que eso. – No te preocupes, ya comeré en la cafetería. – Mio sonrió ante su respuesta. Al parecer, pensaba que tal vez Arisu podría enfadarse por no contar con ella para la comida.
     – Si quieres puedes venir, ¿eh? No es que no quiere que vengas, ¿sabes? – Mio intentaba demostrarle que no le importaba que su presencia allí.
     – Gracias, pero no quiero molestar – Arisu volvió a sonreír y Mio le devolvió la sonrisa.
     A la hora del almuerzo, se sentó, como siempre, con Mayu, Sakura, y el resto de chicas. Pasó un buen rato, sin embargo, aquel grupo de chicas, todas ellas excepto Mayu, empezaban a resultarle un poco cargantes. Después de comer, regresaron a clase. Por el pasillo, mientras se dirigían a las aulas, a Arisu le pareció escuchar su nombre. Al girarse, vio a Mio, con su mano levantada, pero con los dedos encogidos, como si hubiera frenado su impulso de saludarla. Su rostro también reflejaba la misma ansiedad que sus manos.

Mio quería hablar contigo, pero estando rodeada Sakura y el resto, se ha sentido cohibida y ha preferido callar y eliminar cualquier rastro de alegría. Su rostro de cachorro abandonado hace que se te encoja el corazón, pero, por otro lado, estás rodeada de quien estás, y Mayu te avisó que no les haría precisamente gracia que te relacionaras con Mio. ¿Qué haces?

  • La saludo con disimulo y sigo caminando con Mayu y el resto.
  • Me disculpo con las chicas y me voy a hablar con Mio.

Hala, ahí tenéis xDD Una... ¿facilita? xD







© Hikari

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