Juego de Imaginación

Publicado por Hikari | Etiquetas: | Posted On domingo, 15 de abril de 2012 at 15:16

Bueno... hoy, como muchas veces, voy un día tarde... Esta vez no tengo excusa, pereza pura y dura xD Y un Cloud seductor que me engancha en su historia xDD Y hoy la consola me grita llorando que no la abandone y que juegue... pero estoy intentando ser fuerte :') Es muy duro...

¡EN FIN! xDD

  • Triple empate... BIEEEEEEEEEEEEN xDDD Pues en estos casos, me toca decidir a mí, y como yo no quería que hablara aún con Mayu... y como es domingo y el instituto está cerrado, por lo que no puede tocar el piano (oooh respuesta trampa xDD os dije que mirarais bien las respuestas juas xD)... pues va a estudiar a saco paco! Pero hablará con Mayu después de exámenes =w= Y también tocará el piano, va xDD 3x1
Que perversa xD Por cierto, la de Mio también era un poco trampa... porque en ningún momento se han dado el móvil... ni siquiera sabe cuál es su habitación, juas xDD Cómo no preguntáis.....


     A pesar de la pereza extrema que le producía el tener que estudiar en domingo, no se podía tomar el lujo de tomarse un día de relajación, así que se puso a estudiar duro desde primera hora de la mañana. Se iba tomando sus pequeños descansos, agradecidos, charlando con Chie, pero sabía cuál era su objetivo hoy, y tenía que cumplirlo.
     Al día siguiente empezaban los parciales. Sentía que tenía la mente en blanco y que no recordaba nada, cuando una pequeña vocecilla, le recordaba todo lo que había trabajado.
     – Ya verás como te va a ir bien – le decía Mio, con un fino hilo de voz, mientras la profesora repartía los exámenes y los mandaba a callar.
     Arisu sonrió agradecida, y Mio levantó su pulgar para desearle suerte. De esta manera empezó una durísima semana de exámenes, que agotó a todas las neuronas que se mantenían despiertas durante las intensas horas de preguntas interminables. Sin embargo, la sensación que le quedó cuando por fin terminó el último examen fue que no había sido tan difícil.
     Suspiró agotada cuando sonó el timbre que marcaba el fin de su pesadilla. Todos sus músculos se liberaron de la tensión de aquellos días, y adoptó una posición extraña en su silla al perder todas las fuerzas.
     – Se terminó... – su voz casi no quería salir, y el aire atravesó una vía tan estrecha que su voz sonó mucho más aguda que de costumbre –. No puedo más.
     – ¿Cómo ha ido al final? – le preguntó Mio. Ella tenía su expresión habitual, no parecía que hubiera pasado una semana de exámenes.
     – No tan mal como esperaba – afirmó Arisu. – ¡Oh! ¿Y Daiki?
     Se giró a buscar a Narahashi, para ver si aún estaba y preguntarle qué tal le había ido. Al volverse hacia él, se lo encontró con el tronco tirado encima de la mesa, y sus brazos colgado a los lados. Arisu miró a Mio divertida, y le hizo un gesto, con las puntas de sus dedos índice enfrentados el uno al otro, y rebotando en el aire. Mio entendió que quería hacerle cosquillas, y rió en silencio. Se levantaron las dos sin hacer ruido y, situadas cada una a un lado, tocaron los sus dedos por debajo de las cosquillas de Daiki, que inmediatamente después pegó un salto que casi lo hizo pasar por encima de la mesa.
     – ¿Qué tal han ido los exámenes, Daiki? – preguntó Arisu riendo. Mio se había quedado tan sorprendida por el bote que había pegado Narahashi, que estaba ahí parada, con los brazos encogidos y mordiendo su labio inferior.
     – Ah... ¿Por qué me hacéis esto? – Daiki se reincorporó en su asiento, mientras escondía su cara entre sus manos, y las arrastraba hacia abajo hasta que cayeron en la mesa, dejando ver su cara de cansancio.
     – Es que estabas tan... poco alerta – Arisu seguía con su risa – que ha sido muy tentador. ¿A que sí, Mio?
     Mio asentía con la cabeza. Un poco más atrás de ella, Arisu pudo ver a Mayu mirando hacia ellos, con una sonrisa divertida. La risa de Arisu frenó poco a poco cuando su mirada se cruzó con la de ella, pero finalmente sonrió, al ver que Mayu hacía lo mismo, observándola con esos ojos tan brillantes y sinceros con los que tantas veces la había mirado sólo a ella.
     – Perdonad – se disculpó Arisu con Mio y Daiki, y se dirigió hacia Mayu. Mio miró en la dirección en la que se movía Arisu, y bajó la mirada un poco triste.
     – ¿Qué pasa? – le preguntó Daiki al ver su expresión, pero Mio negó con la cabeza, hablando como si nada.
     Arisu se paró en frente de la mesa de Mayu. Había tantas cosas que quería decirle, pero se quedó bloqueada en cuanto la tuvo delante.
     – ¿Qué tal ha ido? – preguntó finalmente, intentando comenzar una conversación. Empezaron a hablar de los exámenes, intentando simular una naturalidad que por parte de ninguna era totalmente conseguida, pero ambas hacían el esfuerzo de charlar como antes. Llegados a un punto de la conversación donde ninguna de las dos sabía por dónde tirar, Arisu se armó de valor. – Me gustaría hablar contigo...
     – Ah... – Mayu bajó la mirada, asumiendo que aquella conversación que de algún modo le hubiera gustado evitar había llegado. – Esta tarde he quedado con... las chicas – dijo con media sonrisa, ya que, en parte, ellas eran el motivo de esa situación tan incómoda –, pero si quieres podemos quedar mañana por la tarde y tomamos algo...
     Arisu sonrió, de algún modo aliviada. Si hablaban de ellos con un batido de chocolate entre las manos le sería mucho más fácil de llevar. Intercambiaron el número de teléfono, para terminar de cuadrar la hora en otro momento, y se despidieron.
     Regresó con Mio y Daiki, y mientras charlaban le vinieron aquellas notas de hacía una semana a la cabeza. Aunque no tuviera el papel delante, la melodía resonaba en su cabeza, y decidió probar suerte, antes de volver al dormitorio, y mirar a ver si el aula de música estaba vacía.
     Caminaba mirando hacia los lados, con una sonrisa nerviosa, y en un momento su pie no quiso levantarse lo suficientemente del suelo y se tropezó, pero logró mantener el equilibrio para no caer. Se quedó quieta, suspiró, y continuó su avance hacia el aula de música. Al llegar a la puerta, tiró con precaución de ella. Estaba abierta. Cerró fuerte sus ojos y encogió sus mejillas, feliz. Se aseguró de que no había nadie dentro, aunque sería bastante raro que hubiera alguien por allí en un día como ese.
     Dejó su mochila al lado de la pata del piano, con cuidado, asegurándose de que no había ninguna telaraña que la avisara de presencias indeseadas. Una vez asegurado esto, levantó la tapa del piano, y acarició sus teclas.
     – Hola de nuevo – le hablaba nuevamente a aquel piano, y sentía que su espíritu se alegraba de volver a verla.
     Calentó sus dedos tocando una canción ligera, y luego cerró sus ojos, y murmuraba las notas de aquella melodía que le rondaba por el cerebro. Inmediatamente, sus dedos empezaron a bailar sobre las teclas, y su cerebro, que se movía a gran velocidad para lo agotado que debía estar, logró sacar unas cuantas notas más de las que tenía. Se llevó las manos a la boca, con una risa emocionada.
     – ¡Tengo que apuntarlas antes de que se me olviden! – dijo mientras sacaba rápidamente de su cartera una libreta. Dibujó las líneas del pentagrama y apoyó la libreta en el atril, dibujando, tras tocarlas nuevamente, las notas de la canción.– ¡Ah, qué guay!
     Tras un buen rato, decidió que era el momento de marcharse. Recogió sus cosas y abrió la puerta. Al salir, su corazón dio un vuelco al ver a alguien sentado apoyado en la puerta.
     – ¿Has acabado ya? – era ÉL, otra vez. Miró hacia arriba, hacia Arisu, pero luego desvió nuevamente la mirada hacia abajo, mientras se levantaba. Parecía algo avergonzado.
     Entró dentro del aula y cerró la puerta tras él, sin ni siquiera decir nada más. El corazón de Arisu aún latía fuerte por el susto, pero zarandeó la cabeza y se marchó hacia el dormitorio.
     Llegó a la habitación y se tiró en la cama. Chie aún no había llegado, tal vez había ido a disfrutar de la vida en pareja, ya que en toda la semana a penas había podido hablar con su novio. Arisu sacó la libreta de la cartera y movía sus dedos siguiendo las notas, como si tocara las teclas del piano. Decidió probar con la guitarra, pero no era lo mismo. Entonces pensó en hacer una base, más sencilla, para aquella melodía, y tras muchos intentos, consiguió hacer algo que realmente le gustaba. Se tiró en la cama feliz, con una risa tonta que era incapaz de parar.
     – ¡Ay, que se me ve todo! – dijo mientras se incorporaba, y se recolocaba la falda.
     En ese momento, recordó la cara ligeramente sonrojada de aquel chico del aula de música, y también recordó que la miró desde abajo, sentado en el suelo. Una tensión dominó toda la musculatura de Arisu, haciendo latir fuerte el corazón y enrojecer todo su rostro.
     Cuando Chie llegó de su paseo con el novio, se encontró a Arisu estirada en la cama, boca abajo, y con la cabeza escondida en la almohada.
     – ¿A-Arisu? – preguntó un poco confundida Chie. Lo primero que se le pasó por la cabeza fue que tal vez los exámenes no habían ido demasiado bien, pero Arisu murmuraba algo que no iba precisamente en esa dirección.
     – Me las ha visto... seguro...
     Chie le pidió una explicación para acabar de entender lo que sucedía. Arisu se incorporó en la cama, aún sonrojada, y le explicó la historia. Chie intentaba aguantarse la risa, pero finalmente estalló en carcajadas.
     – A mí no me hace gracia... – a pesar de las palabras de Arisu, Chie seguía riendo. Le resultaba muy divertida aquella situación.
     Pasaron lo que quedaba de día hablando de nada en particular, después bajaron a cenar, y terminaron el día jugando a cartas.
     Al día siguiente, Chie había quedado con los del club de baloncesto para ir al parque de atracciones a disfrutar del día libre. Arisu se quedó en la cama deseando poder descansar por fin, cuando, poco después de que se marchara su compañera, el teléfono sonó. Sin embargo no era el suyo.
     – ¿Sí? – Arisu cogió el teléfono de Chie, para informar al otro interlocutor que se había dejado el móvil.
     – ¡Necesito ayuda! – gritó una mujer al otro lado del teléfono. – ¿Podrías decirle a mi hija que se ponga, por favor? ¡Es muy urgente!
     – Acaba de salir... – dijo Arisu nerviosa.

¡PREGUNTA!
Chie acaba de salir prácticamente por la puerta, cuando su madre la ha llamado al móvil reclamando urgentemente su ayuda. Te pones un poco nerviosa porque no sabes qué hacer, parece bastante importante...
  • ¡Me pongo lo primero que pille y voy a buscarla para darle el móvil! No tiene que andar muy lejos...
  • Oye, que llame en otro momento... yo estaba durmiendo...
Y ya está! Madre míaaaaaa que largo, no se acababa nunca xD Hala, en 4 líneas ha pasado una semana xD ¿Habéis visto? pim pam xDD
Y nada, aquí os dejo con un dibujillo que me dio por hacer el otro día xD Quería hacer a Chie también, pero ya tenía sueño y lo dejé ahí xD Ya la haré en otra ronda xD


Me encantan las caras de los chicos en chiquinino xDD Sé que a Mio aún no le gusta (o no sabemos) Daiki, pero quería dibujarlo ahí jajaja



© Hikari

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