Dolor

Publicado por Hikari | Etiquetas: | Posted On lunes, 27 de agosto de 2012 at 22:02

      Llevaba ya una hora en la oscuridad de su habitación, tapada con las sábanas con las que tanto tiempo había querido cubrirse de nuevo. Pero aún así seguía sin poder dormir. Daba vueltas y más vueltas, intentando encontrar una posición en la que se sintiera cómoda. Cuando por fin la hallaba a los pocos minutos ya sentía la necesidad de volver a cambiar. Intentaba mantener su mente callada, ya que siempre parecía estar más despierta cuando las luces se apagaban. Pero era inútil, el tiempo corría y ella seguía sin poder conciliar el sueño.
      Mientras intentaba calmar su espíritu, algo igual al dolor producido por el pinchazo de cien agujas simultáneas le hizo encoger la pierna. Intentó cambiar de posición, pero el dolor se repetía una y otra vez. Se incorporó en la cama y se acariciaba suavemente su piel desnivelada, enrojecida y caliente. Eso también era doloroso, pero no tanto como lo otro. Aún así, el dolor no paraba, así que fue a buscar alguna solución. Cuando su pierna se quedó colgando en el aire, no eran cien sino quinientas las agujas que la herían, y cuando apoyó su pie en el suelo fueron mil, y otras mil, y otras mil con cada paso que daba. Apretaba los dientes para no hacer ruido, pero todo su cuerpo estaba encogido por el dolor. Cerró la puerta del comedor y encendió la luz. La caja con los medicamentos antiguos debía estar por algún sitio. Pero buscaba y buscaba y no aparecía, y la frustración empezó a acompañar al dolor. "Antes lo guardaba en mi antigua habitación", pensó, pero tras recorrer de nuevo todo el pasillo y buscar por los cajones, lo único que encontró fue desesperación. Probó suerte en la cocina, y allí estaba la maldita caja, por fin. La abrió y rebuscó, entre todas las cajas de medicamentos aquel derivado de la morfina que le recetaron la vez anterior. Suspiró aliviada una vez se lo había tomado.
      Sin embargo, de vuelta a su habitación, su corazón se encogió al tener que acoger también el miedo en su interior. "¿Y si no se pasa?", "¿Y si todo esto va a más?", y muchos más "Y si..."que hicieron que rompiera a llorar, en silencio, pero con un llanto tan fuerte que sentía que ya no podría parar. Entonces escuchó el crujir de la cama de su hermana y la tenue luz de su móvil iluminó por unos segundos el pasillo. Estaba despierta y ni siquiera fue capaz de levantarse a preguntar, y eso le hizo llorar más. Porque nadie venía a verla. Porque estaba siempre sola. La única compañía que recibía a ratos era la de novio, quien por unos instantes conseguía hacerle olvidar lo horrible de su situación. Quería llamarlo, sentía la necesidad de hacerlo, pero no lo hizo por no despertar a nadie y que la vieran llorar.
     De pronto se cansó de llorar. Tal vez el medicamento empezó a hacer efecto y por fin podría dormir. Se estiró en la cama, sintiendo como sus párpados caían sin poder entenderlo. Pero de nuevo, su mente despierta impedía que conciliara el sueño. Y entonces, sintió la necesidad de contar lo que le pasaba. Cerró la puerta y encendió la luz. Cogió su cuaderno y el bolígrafo que le regalaron en sus prácticas y empezó a escribirlo como si de otra persona se tratara. Porque es mucho más fácil hablar de los demás que de uno mismo...


© Hikari

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