Juego de Imaginación

Publicado por Hikari | Etiquetas: | Posted On domingo, 28 de abril de 2013 at 11:34


Día de lluvia, y en el que debería estar estudiando, pero como lo prometí…. Pues aunque pierda tiempo hoy os revivo el Juego de Imaginación!

YA ERA HORAAAA!!!!!! VAGA!!!

Vale, no era esa la respuesta que esperaba T^T En fin, no hay mucho que discutir de la respuesta… porque sólo ha votado uno….. ¬¬

*cri cri….. cri cri…*

Seh, ahora no decís nada eh…. ¬¬ No, sé que un par más votasteis en el mismo comentario. Aunque agradecería que lo reflejarais en la encuesta jajaja Para que sea más fácil. En fin, pensáis que Arisu puede con todo…. Quizá tanto trabajo hará que se duerma y no llegue al recital……. Uy… me sé de uno que se enfadará……. Será largo, para compensar un poco :D

     —Hoy debería salir antes… —se disculpaba con Harada antes de comenzar el ensayo.— ¿Te importa? —sus hombros cayeron, y cabizbajo alzó la mirada hacia ella. Parecía disgustado— Es que me han encargado que haga un pastel de cumpleaños y debo comprar los ingredientes…
     Resopló a la vez que dibujaba una leve sonrisa.
     —Siempre andas haciendo cosas, eh… —Arisu curvó sus cejas y rió. Realmente desde que empezó apenas había tenido días de descanso.— ¿Seguro que quieres ensayar? Te lo podrías saltar si quieres… No lo llevamos mal.
     Arisu sonrió. Veía nervioso a Harada, sabía que él necesitaba ensayar para acabar de ganar la confianza que siempre parecía tener pero que en realidad le faltaba, y aun así se preocupaba por ella.
     —¡Va! ¡Déjate de cháchara y vamos a practicar! —Arisu se sentó en la banqueta y levantó la tapa— No quiero tener que estar tirando de ti durante el recital…
     —¿Tú vas a tirar de mí? —de nuevo recuperó esa chulería que siempre había tenido. Arisu se volvió hacia él y le sacó la lengua, burlona.
     El móvil de Arisu empezó a sonar tras un rato de ensayo. Ya era la hora de marchar. Concretaron rápidamente el lugar y hora de quedada para el día siguiente.
     —¡Ya verás que lo vamos a petar! —rió Arisu. Seguía viendo a Harada bastante tenso.— ¡Aquí arriba! —levantó su brazo y abrió bien la palma, para que Harada chocara. Siempre lo hacía antes de un recital con su padre.
     Harada levantó la mano hasta arriba también, en vez de chocar, y Arisu dio un salto para alcanzarla. Clap. Arisu rió y se despidió mientras salía corriendo. Uboshita la esperaba en la puerta. “¡Siento el retraso!”.
     Cogieron el autobús hacia el centro, y fueron a un supermercado a comprar. Al mismo que fue con Mayu para comprar los ingredientes de las galletas para Uboshita.
     —¿Aquí no hay colorantes y tal? —preguntó Arisu algo perdida.
     —No, pero te llevaré a un sitio donde los venden, y a buen precio. Te enamorarás del lugar y querrás comprarlo todo —Uboshita reía.
     —¿Sueles hacer cosas de respostería?
     —Mi madre trabaja en una pastelería y…
     —¡Ah! Que viene de familia… Ahora me siento un poco menos torpe —interrumpió Arisu.
     —Ja, ja. Bueno, en realidad me viene más de mi abuela que de mi madre. Pero sí, cosas de familia.
     Pagaron los ingredientes en caja y se marcharon hacia la tienda que Uboshita le había recomendado. Por el camino continuaron hablando. A Arisu le gustaba descubrir cosas de Uboshita, que después de tanto tiempo apenas sabía nada de ella.
     —¿Te puedo preguntar una cosa? —Uboshita la miró sonriente dándole pie a preguntar, pero entonces a Arisu le dio vergüenza. Quizá no era una pregunta adecuada— Bueno, nada…
     —No, dime.
     —No, no, da igual…
     —¿Me vas a dejar con la intriga?
     —Tú… —apretó los labios para disimular su sonrisa pícara— ¿has tenido algo con Fukuyama?
     Las mejillas de Uboshita empezaron a teñirse de un rojo brillante. Sabía que algo había. Ya le era imposible disimular su sonrisa, así que Arisu, de un brinco se plantó justo delante de ella, para ver la cara que intentaba ocultar.
     —La… la tienda está en esta calle —dijo señalando una avenida, mientras pasaba de largo de Arisu. Ella la miraba mientras se alejaba. Quizá no había suficiente confianza para hacer esa pregunta…
     Aquella tienda era realmente maravillosa. Estaba llena de moldes, cortadores, colorantes y mil cosas diferentes para decorar tartas, pasteles y cualquier cosa que quisieras. Uboshita tenía razón, se había enamorado de aquel lugar. Viendo la cantidad de cosas que se vendían, parecía aún más fácil que cuando veía cocinar a Uboshita. Pero sabía que no lo era.
      Se despidieron en la entrada del dormitorio. Arisu guardó los ingredientes que lo requerían en la neverita, el resto los dejó en la bolsa al lado de su escritorio. Envió un mensajes a Mio y Mayu concretándoles la hora de quedad. Después llamó a su madre. Tenía que dejarlo todo bien claro.
     Por fin domingo. Su madre tenía el coche aparcado en frente de la puerta, y había subido a entregarle el vestido que le había comprado con los zapatos nuevos. Por lo menos esta vez le había comprado un vestido sencillo. Conociendo los gustos de su madre, dejarla comprar ropa sola podía ser peligroso, pero aquel vestido era perfecto.
     —¡Uah! ¡Estás guapísima! —exclamó Mayu.
     Las dos amigas la esperaban en el vestíbulo. Se sentía rara, parecía que se estaba casando y sus damas de honor la esperaban para llevarla al altar.
     Llegaron por fin al recinto. En la entrada le esperaba Harada con sus padres. Se estaba empezando a poner nerviosa. La situación era demasiado extraña.
     —Y acuérdate de ponerte este mechón por encima del hombro, que te queda estupendo —su madre la peinaba con sus manos inquietas antes de separarse.
     —¡Mamá, estate quieta ya! —los nervios de su madre tampoco conseguían tranquilizarla.
     —¿Les lleváis vosotros? —Harada hablaba con sus padres. Parecían todos tan perfectos y educados… Nada que ver con su madre que seguía colocándole el pelo.— Mis padres os indicarán el camino.
     —Ah, gracias. —Sólo hablaba la madre de Arisu. Mayu y Mio estaban algo cohibidas.— Mucha mierda, cielo —le besuqueaba la mejilla como si no fuera a verla en un mes.
     —Mamá, basta. Para.
     Mientras se parchaban los invitados, Arisu se giró hacia Harada con sus ojos caídos. Realmente la agotaba. Él se echó a reír. “Está claro a quien has salido”. Arisu se cruzó de brazos. Entonces Harada estiró su brazo hacia arriba y abrió bien su mano. “Aquí arriba”. Ella sonrió y saltó para chocar, pero Harada retiró su mano. “Uh, mala suerte…”. Ya les llamaban y Harada empezó a avanzar. Arisu aprovechó el tenerlo de espaldas para soltarle una colleja.
     —Pareces un empollón con ese peinado —murmuraba a su lado mientras estaban sentados esperando para tocar.
     —Acuérdate de colocarte el mechón por encima del hombro, o tu mamá se enfadará.
     Por fin les tocaba. Harada iba delante. En un momento se frenó, esperando a que Arisu entrara. Entonces la tomó de la mano, para su sorpresa, y la acompañó hasta el piano. “No te olvides de presentarte al piano” le susurró mientras ella se sentaba. Se estaba riendo de ella, seguro, pero en realidad agradecía que se lo hubiera recordado. Acarició delicadamente las teclas e inclinó su cabeza. “Encantada” susurró. El piano también estaba tenso, lo notaba. “Tranquilo, entre los dos lo conseguiremos”.
     Fue una actuación espléndida. Dos profesionales tocando juntos. Habían ensayado mucho para llegar a ese punto. Saludaron al público. Arisu pidió un aplauso especial para Harada, sabía que lo disfrutaría. Bajaron del escenario.
     —¡Genial! —tenía una risa eufórica. Parecía sentirse realmente orgulloso de aquella actuación. Entonces levantó su mano— Prometo que ahora no la aparto.
Arisu rió y chocó. En vez de dejar pasar su mano, la tomó una vez contactaron, y la apretó. La celebración entre dos colegas. “No te pongas nerviosa… sólo es un apretón de manos…”, pensaba para sí, pero Arisu no podía evitar sonrojarse.
     De nuevo reunidos todos en el vestíbulo, la madre de Arisu la volvió a llenar de besos. Miraba a Harada con sus padres. El padre le felicitaba dándole palmadas en la espalda, y la madre le tomaba las manos muy delicadamente, feliz. Realmente eran una familia de anuncio.
     —¿Qué les parece si nos vamos todos a comer? —propuso la madre de Arisu dentro de su euforia habitual.



¡PREGUNTA!
Tu madre es capaz de revolucionar a los padres de Harada... Son bastante diferentes, y no quieres ponerlos en un compromiso. Además, te da algo de vergüenza, sobretodo con los posibles comentarios de Mayu. A pesar de todo, también quieres celebrar que todo haya salido bien.

  • ¡Sí! ¡Vayamos todos a celebrarlo!
  • Bueno, tal vez ellos ya tengan planes...
  • Lo siento, pero creo que necesito descansar un poco.

C'est finni! Ahora a estudiar T^T



© Hikari

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