Hasta el amanecer...

Publicado por Hikari | Etiquetas: | Posted On lunes, 19 de agosto de 2013 at 11:30

Nótese el cambio sutil en la trayectoria e intensidad de la historia xDDD

     Llamaron a la puerta de su apartamento. Ya era algo tarde, y no esperaba visita. Dudaba entre si abrir o no, pero le pudo la curiosidad. Dejó su vaso de vodka con limón y fue a la puerta para averiguar de quién se trataba.
     —¿Sam? —qué hacía allí era un misterio, pero verle frente a su puerta hizo que su corazón empezara a latir fuerte.
     —Hola —parecía algo avergonzado de estar allí. Era normal después de que aquella mañana mostrara tanta indiferencia frente los sentimientos que le había confesado Christine— ¿Puedo pasar?
     —Claro…
     No sabía cómo comportarse frente a él. Le ofreció asiento, pero lo rechazó. Siempre parecía tenerlo todo bajo control, con su mente brillante funcionando sin parar. Sin embargo, en ese momento, en su casa, parecía el mismo humano que había visto a través de sus ojos tantas veces, y no ese cerebrito que se rodeaba de otros cerebritos que se comportaban como robots. Christine hubiera querido también ser una de esas personas que le rodeaban, pero era demasiado lista para el mundo de los tontos, y demasiado tonta para el mundo de los listos.
     —Quería preguntarte algo… —lamía sus labios y los mordía, estaba nervioso. Sus manos en los bolsillos demostraban su actitud defensiva, siempre marcando la distancia — Me has dicho que te gustaba. ¿Por qué?
     No esperaba para nada aquella pregunta. La sonrisa burlona, la mirada esquiva y ese “lo siento” de la mañana le habían dado a entender que una simple como ella no podía ni plantearse aspirar a alguien como él. Pero allí estaba, preguntándose por qué a una chica tan mediocre le gustaba un genio.
     —Bueno… —rio nerviosa. Cogió su vaso de vodka con limón y le echó un trago. Había empezado a beber para olvidar el dolor y ahora bebía para afrontar su amor. Se iba a reír de todo lo que le iba a soltar, pero el alcohol había soltado su lengua, y si se reía siempre podía lanzarle el vaso…— Cuando consigues que algún proyecto marche se te ilumina la cara.
     —¿La cara?
     —Sí, sonríes feliz, te brillan los ojos… Como un niño pequeño. —Sam frunció el ceño extrañado. Bajó su cabeza y la miraba por encima de las gafas— La primera vez que me di cuenta de esto fue en el proyecto en el que trabajamos juntos. Me tomaste la mano y sonreíste. “Por fin lo hemos conseguido”, o algo así.
     Intentaba recordar aquel momento, le veía esforzarse en ello, pero estaba claro que para Sam aquello no había sido tan importante como para ella.
     —Desde ese momento me empecé a fijar en ti. Siempre me habías parecido un estirado pero —hizo una pausa para echar otro trago de su vaso— me di cuenta de que siempre cuidabas de los demás, los animabas para que saliera bien la cosa, pero no como un pedante. Tus palabras siempre eran amables. Te decepcionabas contigo si las cosas salían mal, y celebrabas con el grupo las que salían bien… Como un padre viendo crecer a su hijo.
     —Como un padre… —rio levemente, regalándole aquella sonrisa sincera que tanto le gustaba.
     —Sí, ya sé que es una tontería… Pero es difícil expresar estas cosas, ¿sabes? —fue a echar otro trago de su vaso, pero Sam la frenó. No sabía en qué momento se había acercado tanto como para quitarle el vaso de las manos.
     —No deberías beber.
     —¡Me relaja! —exclamó nerviosa— Estoy… Estoy todo el día rodeada de genios que me miran por encima del hombro, como si mi trabajo fuera menos que el suyo. Pero tú…
     Sam estaba cerca, mucho más cerca de lo que jamás lo había tenido. Miró sus ojos a través de sus lentes cóncavas de miope. Necesitaba verlos sin un cristal en medio, saber cómo eran realmente, ver hasta qué punto sería capaz de perderse en ellos. Se las quitó sin que opusiera resistencia.
     —¿Me ves? —movía sus dedos despacio frente a su rostro.
     —A esta distancia sí —rio de nuevo.
     Christine estaba ya perdida en ese mar azul que teñía sus iris, que la miraban, examinando cada detalle de su rostro. Sentía que cada vez estaba más cerca, no sabía si era Sam quien se acercaba o era ella, dejándose llevar por la corriente de su mirada. Miró su boca, como se iban separando sus labios con cada centímetro que recortaban de la distancia entre ambos. Cerró sus ojos, sintiendo como los ásperos labios descuidados de Sam acariciaban delicadamente los suyos. Y entonces paró. Christine abrió los ojos despacio, intentando quedarse con el recuerdo de aquel beso.
     Él la miraba, buscando una respuesta a lo que acababa de hacer en ese momento. Se había dejado arrastrar por el dulce color miel de sus ojos, o quizá el olor a vodka le había pegado demasiado fuerte. Y mientras se preguntaba por qué había hecho algo como eso, sintió deseos de volver a hacerlo, de probar de nuevo esos carnosos labios, suaves y cálidos. Esta vez la besó con más pasión, dejándose arrastrar por el impulso, por el deseo de poseerla. Y todo sin saber por qué.
     La tomó de la cintura. Christine sintió morir cuando sus manos rozaron su piel. ¿Se debía quitar la camiseta? ¿Y si lo ahuyentaba? Pero sentía que sus manos se movían cada vez con más libertad bajo su ropa, quizá frenadas por las mismas preguntas que la incordiaban a ella. Decidió arriesgar, la apuesta merecía la pena.
     Cuando vio sus pechos bajo ese sujetador negro enloqueció. Se estaba apoyando sobre la mesa, y tiraba de su camisa, encerrando un botón entre sus dedos. Corrió a besarla de nuevo. Se quitó la camisa cual camiseta, desabrochar tantos botones en aquel momento era una absurda pérdida de tiempo.
    Aquel torso era tal y como lo había imaginado y deseado tantas noches bajo su amor auto-complaciente. Pero en esos momentos a solas con ella misma jamás pensó que algún día lo tendría para sí. Acariciaba su espalda desnuda mientras él besaba su cuello, bajando hasta su clavícula, lo cual la excitaba hasta perder la cordura. Se quitó el sujetador, dándole a Sam vía libre hasta sus pechos. Ella se echó hacia atrás, para que le fuera más fácil jugar con ellos. El roce de su lengua, sus dientes, sus manos… hacía que mil escalofríos la recorrieran sin parar. Lo rodeó con sus piernas, y se levantó, robándole de nuevo la saliva de su boca.
     —Fóllame —dijo extasiada, sintiendo el calor y la humedad entre sus piernas.
     Una última vez aquella noche centró su atención en los ojos de Sam. Aquello no era ni un niño ni un padre ya. El ardor del deseo se escondía en su mirada, devorándola con cada segundo que pasaba. Se dejó llevar por aquella corriente que la arrastraba. Él era lo que deseaba, él era lo que quería, y él era lo que tendría… Hasta el amanecer.


Casi imperceptible ~♥
Me dicen que soy muy inocente, por como escribo mis historias... Inocente no, sólo que estas cosas no suelo escribirlas xDD Que tampoco es que haya puesto mucha cosa ahora jajaja Me gusta más escribir cosas pastelosas =w= Es como "OH DIOS MÍO, ASÍ SEGURO QUE SE ENAMORA!! O/////O" jajajajajajaja Y de nuevo empieza siendo romanticón ♥ Pero acaba como todas las bonitas historias de amor deberían acabar... CON UN POLVO SALVAJE SOBRE LA MESA! xDDD

Es divertido... Empezaré a plantearme la novela rosa para mujeres de mediana edad, con títulos como... El Calor del Amor... o... El Susurro de tu Aliento xDDDD Quizá hasta consiga dinero con ello =w=

© Hikari

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