¡Hoy toca Hana! BIEEEEEEEEEEEEEENNN
No sé si os acordáis de cómo terminó, pero para eso os dejo el último parrafito para que hagáis memoria!
– ¡Da igual! – exclamó él de repente. En ese momento, Hana lo miró directamente a los ojos, y su corazón latió fuerte. – Lo entiendo. Realmente, yo tampoco me perdonaría. Je, je… Que vaya bien el club.
Kato se despidió con la mano, y se marchó corriendo hacia el vestuario masculino. Sin embargo, mientras se alejaba, Hana, no pudo contener su cuerpo.
– ¡Te perdono! – gritó, casi sin pretenderlo. Kato se volvió en ese momento, sorprendido. Una sonrisa empezaba a dibujarse en su rostro. – Que… ¡que vaya bien el club!
Hana se despidió y se alejó de allí con un paso acelerado, que pronto se convirtieron en brincos, llenos de ansias de encontrar refugio en algún lado, donde poder dejar todo salir. No sabía qué le pasaba, por qué estaba así, si era pena o una felicidad tan desbordante que le dolía. Sin poder evitarlo, rompió a llorar, pero no quería dejar salir sus lágrimas, así que cogió todo el aire que le cupo en los pulmones, para intentar relajarse. Secó las pocas lágrimas que se habían escapado de sus ojos, y se cambió de ropa para comenzar el entrenamiento del club.
¿Sí? ¿Ahora ya? ¡Bien! ¡Pues ahora sigamos la historia!
Ahora es cuando yo soy una cabrona y os dejo con la intriga :D
© Hikari
QUE NOOOOOOO!!! Os voy a dejar ver su respuesta... ahora, ya no más! xD
No sé si os acordáis de cómo terminó, pero para eso os dejo el último parrafito para que hagáis memoria!
– ¡Da igual! – exclamó él de repente. En ese momento, Hana lo miró directamente a los ojos, y su corazón latió fuerte. – Lo entiendo. Realmente, yo tampoco me perdonaría. Je, je… Que vaya bien el club.
Kato se despidió con la mano, y se marchó corriendo hacia el vestuario masculino. Sin embargo, mientras se alejaba, Hana, no pudo contener su cuerpo.
– ¡Te perdono! – gritó, casi sin pretenderlo. Kato se volvió en ese momento, sorprendido. Una sonrisa empezaba a dibujarse en su rostro. – Que… ¡que vaya bien el club!
Hana se despidió y se alejó de allí con un paso acelerado, que pronto se convirtieron en brincos, llenos de ansias de encontrar refugio en algún lado, donde poder dejar todo salir. No sabía qué le pasaba, por qué estaba así, si era pena o una felicidad tan desbordante que le dolía. Sin poder evitarlo, rompió a llorar, pero no quería dejar salir sus lágrimas, así que cogió todo el aire que le cupo en los pulmones, para intentar relajarse. Secó las pocas lágrimas que se habían escapado de sus ojos, y se cambió de ropa para comenzar el entrenamiento del club.
¿Sí? ¿Ahora ya? ¡Bien! ¡Pues ahora sigamos la historia!
Hana estuvo muy distraída durante todo el entrenamiento. Era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera Kato, y eso, en cierto modo, no acababa de gustarle. Ya había conseguido apartarlo en un rincón oscuro de su corazón, pero con no más de dos minutos le bastaron para abrirse paso de nuevo.
–¿Y si me vuelvo a declarar? –preguntó Hana a Natsumi, sentadas ambas en una cafetería cerca del instituto.
–¿Estás loca? –no parecía agradarle esa idea– ¡Después de cómo te ha tratado estas semanas, sólo porque te haya pedido perdón ya vas a perder el culo por él otra vez!
–¡Pero es que a mí me gusta! Me da igual como me haya tratado… si me hubiera olvidado de él en tan poco tiempo… –Hana pensaba las palabras más adecuadas para expresar sus pennsamientos– ¿no querría decir que mis sentimientos no eran verdaderos?
–Hana… –Natsumi no sabía qué decir. Odiaba tener que darle la razón, pero también odiaba la idea de que siguiera colgada por Kato, por cómo la había tratado, y por Ryosuke– No me has llamado para preguntar lo que pienso, ¿verdad?
Después del entrenamiento Hana la había llamado, porque sentía la necesidad de hablar con alguien, de liberarlo para que dejara de oprimirle el pecho, pero al decirlo en alto, todo se hizo más real, como si se hubieran despejado los nubarrones en su cabeza. Hana sonrió y agachó la cabeza avergonzada.
–Bueno, tú ya sabes lo que pienso. Pero si de verdad es eso lo que quieres hacer… tú misma –sabía lo terca que podía llegar a ser, y si seguía insistiendo en que era una mala idea acabarían las dos discutiendo. Así que cruzó los dedos y rogó porque todo terminara bien.
La charla con su amiga la había dejado más tranquila, y ahora se sentía con fuerzas para hacer lo que ella creía que debía hacer.
Al día siguiente estaba emocionada, brincaba por el pasillo, porque ya había tomado su decisión y ya no se sentía confundida. Entró en clase gritando un gran hola a sus compañeros, quienes rieron al ver la energía que tenía tan de buena mañana. Se acercó a Natsumi, que estaba apoyada sobre su pupitre.
–Se lo voy a decir hoy –le dijo al oído, sin borrar ni un segundo la sonrisa que tenía en la cara.
–¿Hoy? –preguntó confundida Natsumi.– ¿No crees que es un poco pronto?
–¡Necesito hacerlo hoy! Necesito soltarlo…
Natsumi seguía sin tenerlas todas consigo, pero decidió callar y consolar después a su amiga. Aunque por algún motivo se la veía llena de confianza, y parecía que nada iba a ir mal.
A la hora del recreo, Hana le dijo a Kato que necesitaba hablar con él de todo lo que había pasado, que había algo que tenía que decirle. La atenta mirada de Natsumi la ponía nerviosa, así que Kato propuso ir a la azotea.
Estaban los dos solos, sin nadie más a su alrededor. Eso ponía un poco nerviosa a Hana. Empezó explicándole que ella no había contado a nadie lo que tenía él con Ayaka, y que la hizo sentir muy mal con las cosas que le dijo. Kato no decía nada, simplemente escuchaba lo que tenía que decir.
–Pero… a pesar de todo eso… –Hana lo miró entonces directamente a los ojos, y algo sentía que algo en ella era diferente. Se sentía con fuerzas para poder decirlo, pero quizá no tal y como ella lo había planeado.
–¡No oigo nada! –replicó Natsumi tras la puerta de la azotea.
–Shh ¡Cállate! –exclamó Yoichi– Al final nos van a oír…
–Todo esto me parece ridículo… –Ryosuke también estaba allí. Natsumi lo había arrastrado, pensando en que si Hana necesitaba ayuda, él podría consolarla. Pero por el momento él lo único que sentía era rabia y tristeza.
Hana abrió la puerta risueña, cuando de encontró de pronto a sus tres amigos allí, escuchando. Miró a Natsumi arqueando una ceja, y ella simplemente apretó sus labios y justo después dibujó una sonrisa pícara.
–¡Serás chivata! –Hana saltó a por ella, pero Natsumi la esquivó a tiempo y salió corriendo hacia abajo, seguida de Hana.
Los dos chicos miraban a Kato, que se estaba riendo.
–Bueno, si salís los dos así de contentos es que al final la cosa ha ido bien –Ryosuke intentaba aparentar normalidad, ya que a fin de cuentas no había nada que pudiera hacer ya. Kato no dijo nada, simplemente seguía riendo. Finalmente suspiró.
–¿Y bien? ¿Qué te ha dicho? –le preguntó curioso Yoichi.
Ahora es cuando yo soy una cabrona y os dejo con la intriga :D
© Hikari
QUE NOOOOOOO!!! Os voy a dejar ver su respuesta... ahora, ya no más! xD
–Me ha dicho… –Kato hizo una pausa, y volvió a reír encongiéndose de hombros– que le gustaba, y que ahora tenía la confianza para decírmelo abiertamente.
¡Ya sabía que le diría que le gustaba! ¡Como eres, Hikari! ¡Todo este tiempo esperando Hana y ahora lo cortas así! xDD encima me diste falsas esperanzas xDD
Me alegro de que hayas seguido con esta historia, de verdad me está gustando un montón ^^ sigue así, ¡besos!