Entre ambas consiguieron inventar siete hechizos caseros. La bola de fuego, agujas, un chorro de agua de la fuente, arena, rocas, incluso viento soplando a la carta. Esperaba que con la carta de Potencia aquello fuera de utilidad. A Idunna se le ocurrió meter resina, de ese modo los enemigos se quedarían enganchados.
      —¿Y abejas? —preguntó Cybele, en el cuerpo de la niña, emocionada— ¡Sería un ataque increíble, disparar abejas! —se puso de rodillas sobre la cama, sacudiendo sus dedos a la vez que imitaba el zumbido de las abejas.
      —¿Y si te pican a ti? —podía intuir por el tono de voz el miedo que aquello le causaba— Mamá dice que las picaduras de abeja hacen mucho daño.
      Se quedó pensativa. Cierto era que no sabía hasta qué punto podría controlar a los insectos, “pero sería un puntazo” se lamentaba.