Uff... hacía casi dos meses que no publicaba nada de Hana... Primero por la historia de Halloween, luego por estudios y falta de tiempo y ganas... Realmente no pensé que hubiera pasado tanto tiempo... En fin, el domingo no tenía ganas de trabajar, porque he estado algo desanimada con la carrera estos días, y como tenía ganas de hacer algo que pudiera disfrutar de verdad, pues decidí seguir escribiendo. Espero, aunque sea, poder hacer un par de entradas a la semana, aunque no sean muy largas, no sé.

Y nada, por si no lo recordáis, Kato (el capullo del que estaba pillada Hana) y Ryosuke (su mejor amigo desde siempre que parecía sentir algo por ella) se habían peleado, y Hana estaba ansiosa de saber el motivo de la pelea. Y tras muchos días de largas y de que nadie le contara nada, fue directamente a Ryosuke y le
preguntó si el motivo de la pelea había sido ella.

      – Sólo sí o no – le dijo Hana.
      Ryosuke la miró y, entonces, apretó fuerte los labios mientras tragaba saliva. Expulsó todo el aire por la nariz y abrió poco a poco la boca para responder a la pregunta. De repente, apareció Natsumi, brincando de alegría.
      – ¡Hana! ¡Te tengo que contar una cosa! – exclamó Natsumi llena de felicidad, mientras cogía a su amiga del brazo y tiraba de ella. – Te la secuestro un segundo – le dijo sonriendo a Ryosuke.
      Hana casi no tuvo tiempo para reaccionar frente el torbellino que tenía por amiga. Mientras corría arrastrada por Natsumi hacia el baño de chicas, miró hacia atrás para ver a Ryosuke. Sus labios se movieron ligeramente mientras daba media vuelta para marcharse. Hana frenó con todas sus fuerzas para detener también a Natsumi.
      – ¡Para ya! – gritó enfurruñada Hana. Estaba molesta porque había interrumpido su conversación con Ryosuke.
      – ¿Qué pasa? – preguntó Natsumi confusa. – ¡Ay, bueno, deja que te cuente! Estaba hablando con Yoichi y le digo “Jo, este finde otra vez en casa de mis tíos. Yo quería ir con vosotros al cine.” Y me dice con una sonrisilla “Qué mona”. ¡Qué mona! – repetía una y otra vez con una voz aguda, mientras se cubría la cara con las manos, para disimular su vergüenza.
      – Natsumi… – Hana suspiró, pensando que algo tan tonto como eso había interrumpido una conversación que para ella era tan importante. – Sólo ha sido un comentario…
      – Podrías por lo menos fingir que te alegras por mí… – dijo Natsumi molesta por el poco entusiasmo de su amiga.
      – Estaba hablando con Ryosuke, por si no te habías dado cuenta… – Hana torció la boca, al la reacción de Natsumi.
      – Ah… He interrumpido algo importante, ¿verdad? – preguntó Natsumi, sintiéndose culpable por haberla arrastrado. Estaba en una nube por un simple comentario, que ni siquiera recordaba los problemas que su amiga tenía. – Lo siento…
      – Creo que ha dicho que sí… – murmuraba, mientras miraba el lugar donde habían estado hablando.
      – ¿Que sí, qué? – preguntó curiosa Natsumi.
      – ¿Puedes preguntarle luego esta tarde en el club? – Hana se mostraba insistente, como siempre. Deseaba, por fin, comprender que estaba pasando.
      – C-Claro. Pero… – Natsumi la miraba extrañada. Seguía sin comprender lo que quería exactamente su amiga. – ¿Que sí, qué?
      – ¡Gracias! – exclamó Hana, ignorando completamente las preguntas de su amiga. – Ahora tengo que irme a entrenar. ¡Esta noche hablamos! – decía mientras corría hacia las escaleras.
      – ¡Pero Hana! ¡Espera! – gritaba Natsumi, en vano, para que su amiga le explicara un poco más de la situación. Aunque deducía que tenía algo que ver con la pelea entre Ryosuke y Kato, que era el único tema que rondaba últimamente en la cabeza de Hana.
      Durante unos tres cuartos de hora que llevaban en la sala de fotografía, Natsumi estuvo intentando sacar el tema de la pelea con Ryosuke de un modo sutil, pero o ella no era lo suficientemente clara, o él sabía lo que quería y se hacía el despistado. Así que Natsumi decidió coger el toro por los cuernos y preguntarle directamente a Ryosuke.
      – A ti te gusta Hana. ¿A que sí? – preguntó sin más Natsumi.
      Ryosuke, que miraba un fajo de hojas con imágenes que la profesora Ringo les había dado para comentar, perdió el control de sus manos en ese momento y las hojas salieron volando. Ligeramente sonrojado, empezó a recoger los folios, bajo la atenta mirada de Natsumi, quien lo contemplaba, con su cabeza apoyada sobre su mano izquierda, y con una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro.

© Hikari