Y empieza septiembre :)
Lo malo de este mes es que empieza un nuevo curso... con mucho mucho trabajo =.= Pero empieza en buena compañía ^^ Y además este mes servidora cumplirá sus 21 añitos... que mayor ya :')
Y nada, os dejo con la historia de Hana, que sigue y sigue :D

EDIT: ¡¡Estoy hasta las narices que blogger decida que no hay espacios en el texto!! òó 40000 veces que he arreglado ya las entradas de Hana =.=

      – ¿Querías algo? – preguntó Hana.
      – Ah. Pues, es que… Resulta que tengo que entregar la foto mañana… – explicó Ryosuke. Su voz mostraba la desesperación que le causaba todo aquello. – Si no te apetece lo entiendo. No pasa nada.
      – Bueno, no sé. ¿Es muy complicado lo que quieres hacer? – Hana se sentía culpable, porque se había comprometido a ayudarle, y lo único que le había dado eran dolores de cabeza.
      – No. Bueno, mi hermana me ha dado una idea a partir de una de sus tonterías… Y he pensado que quedaría bien. – Hana no decía nada. Esperaba a que le contara de qué iba el tema de su foto. – Es… Una margarita deshojada, con un solo pétalo…
      – ¡Oh! Me gusta – se lo imaginó conforme él se lo explicaba, y le pareció una imagen muy tierna.
      – ¿Te gusta? – preguntó Ryosuke curioso.
      – Mucho. Me apetece hacerlo. No es nada raro…
      – ¿Qué pensabas que te haría hacer? – dijo Ryosuke riendo.
      – No sé – contagió su risa a Hana. – ¿Dónde quedamos? – Te iba a proponer ir al parque, pero quizá tú…
      – No, me parece bien – dijo Hana firme. – ¿He de llevar algún tipo de ropa especial o algo?
      – No, ven como quieras.
      Decidieron quedar a las 5 a la entrada del parque. Se despidieron y colgaron. Hana sostenía el teléfono entre sus manos, triste. Había accedido a ayudarle, pero realmente no tenía ganas de ir allí, y menos de ponerse a hacer fotos. Pero Ryosuke se había portado muy bien con ella, y sentía que debía devolvérselo.
      Cuando se acercaba la hora de marcharse, Hana decidió ponerse guapa. Ya que le hacían una foto, por lo menos que no saliera mal. Salió demasiado pronto, lo sabía, pero no le importaba esperar.
      Estaba apoyada en una barandilla, cuando escuchó la voz de Ryosuke. Llevaba su cámara colgada del hombro, cubierta por su funda. Él la saludó, y ella le devolvió el saludo. Llevaba un pequeño ramo de margaritas. Hana las contó.
      – ¿Seis? ¿Tantas vamos a usar? – preguntó curiosa.
      – Bueno, por si acaso – dijo él sonriente. Cogió una margarita y se la colocó detrás de la oreja. – Te queda bien.
      Hana no pudo evitar sonrojarse. Se apartó un poco el pelo, para que se viera más la flor, y le dio las gracias. Mientras buscaban un buen lugar para hacer la foto, Ryosuke le iba explicando cómo pretendía hacerlo.
      – Estuve hablando con mi hermana y me fue dando ideas, je, je. – A mí estas cosas no se me dan muy bien – decía, mientras sonreía avergonzado y se frotaba la nuca. – Pensé en hacer un retrato. Estirada en el césped, con la margarita deshojada en la mano, y el resto de pétalos a tu alrededor.
      Hana lo miró sonriente, y él entendió que le parecía bien la idea. Ryosuke vio un lugar libre en el césped, y se lo señaló a Hana. Él tenía la mirada fija allí. Sin embargo, Hana miraba a todos lados, observando la cantidad de gente que había, que contemplarían como Ryosuke le hacía las fotos. Se puso nerviosa.