La historia de Balder (4)
Publicado por Hikari | Etiquetas: Balder | Posted On jueves, 28 de julio de 2011 at 18:12
Hoy acaba la historia de Balder :D Así que igual esta semana aún tendréis alguna entrada con Hana :D
Al salir de aquel monasterio, casi a punto de ser alcanzado, se topó de bruces con la Caballería. Los bandidos al verlos se retiraron hacia dentro, pero la Caballería los apresó. Balder estaba allí con ellos, explicándoles lo que había pasado.
Al examinar los cuerpos de los bandidos, vio que ninguno estaba herido, y preguntaron a Balder qué había pasado, a lo que él contestó que habría tenido suerte. Tras esta respuesta tan poco clara de Balder, los Caballeros seguían sin creerse que un solo hombre pudiera haber hecho algo así, pero no tenían pruebas que demostraran lo contrario.
Regresaron a la capital. Al verlo aparecer, Misaki corrió a sus brazos. Balder explicaba la situación a su familia, mientras el general de la Guardia hablaba con el entrenador. Tras una pequeña conversación, éste se acercó a Balder. Muy serio, lo miraba fijamente. Balder se erguió mostrando respeto a su superior. El entrenador lo examinó muy detenidamente; no tenía ni un rasguño, pero sus armas si tenían signos de lucha. Lo miró a los ojos y, al ver la mirada firme de Balder, sonrió y estiró su mano.
– Felicidades – dijo el entrenador.
Balder no pudo contener la alegría y tomó fuerte la mano de su entrenador, agradeciendo todo el esfuerzo que había hecho. Abrazó fuerte a su padre, que se sentía más orgulloso que nunca, y recibió la enhorabuena de su cuñado. Se giró y vio a Misaki, con las manos juntas, tapándose la boca, y los ojos brillantes de la ilusión. Balder fue hacia ella, y la abrazó, levantándola del suelo, mientras ella reía y lo felicitaba.
Durante una semana tras el ascenso de Balder a Caballero, se estuvieron investigando los misterios que rodeaban a la misión que había realizado, puesto que, según pensaban los altos cargos del ejército del Rey, ningún caballero de su nivel podría haberse enfrentado a tantos bandidos solo y sin sufrir daño. Aún así, nadie sacó nada en claro.
Balder estaba feliz con su nuevo título. Sentía que podía respirar más tranquilo ahora que ya era Caballero. Además, empezaba a controlar su poder y se sentía más fuerte que nunca.
– ¿Alguna vez has pensado en que pueda haber más personas como tú? – preguntó Misaki.
Balder la miró extrañado. Desde que descubrió sus poderes, nunca se había planteado la existencia de más personas como él.
– Quizá andan perdidos por ahí, con miedo…
– ¿Cómo lo estaba yo? – dijo Balder, sonriendo.
Balder la miró y vio su sonrisilla tímida. Por primera vez pensó en lo mucho que había significado encontrar a Misaki. El haber tenido su apoyo y su cariño. Por primera vez pensó en que quería estar siempre a su lado.
Antes de caer la noche, Balder la acompañó a su casa.
– Pues ya estamos – dijo Misaki, alegre, sosteniendo las manos de Balder –. ¿Nos veremos mañana?
– Claro.
Misaki sonrió y se inclinó hacia él para darle el beso de despedida. Cuando fue a soltar sus manos, Balder las agarró fuerte. Misaki levantó la mirada hacia él.
– ¿Qué pasa?
– Misaki… – dijo Balder, con un hilo de voz que parecía que costaba salir de su garganta –. Me estaba preguntando si…
Las palabras no salían, y sus manos empezaron a temblar. Misaki lo notó, y no pudo evitar preocuparse, ignorando lo que Balder intentaba decir. Con una mirada inocente, lo miraba expectante de sus palabras, sin decir nada, lo cual incomodaba aún más a Balder.
– Bueno, desde que nos conocimos hemos pasado por mucho juntos – explicaba Balder, pareciendo hacer un esfuerzo sobrehumano –. Siento que de verdad eres la persona más maravillosa que debe existir en todo el Reino, y me preguntaba si… querrías pasar el resto de tu vida a mi lado.
Misaki no podía apartar la mirada de él. Sus ojos, brillantes por las lágrimas que empezaban a nacer de ellos, reflejaban lo que estaban a punto de pronunciar sus labios.
– ¿Me estás pidiendo – preguntaba, cogiendo aire para sobrellevar la emoción que la embargaba – que me case contigo?
– Sí – contestó Balder, con una sonrisa tímida.
Sin contestar nada, Misaki abrazó a Balder, más fuerte de lo que lo había hecho nunca, mientras lloraba sin poder pronunciar palabra. Se separó un poco de él, y asintió con la cabeza, mientras secaba sus lágrimas de alegría. Balder, al ver la respuesta, le acarició las mejillas y la besó.
Cuando Misaki se calmó, entraron en la casa para comunicar la noticia a su familia. Balder obtuvo el consentimiento de sus padres de inmediato, ya que desde el primer momento pensaron que era un buen partido para su hija.
El tiempo pasó. Balder y Misaki celebraron una boda humilde, con la familia y los amigos, yendo a comer todos a casa de la familia de él. La pareja fue a vivir a una casa que el abuelo de Misaki les había cedido. Estaba más cerca de la capital, lo cual iba bien para ambos.
Misaki había empezado a trabajar, gracias a que un amigo de la familia conocía al amigo de una familia adinerada, como doncella de la hija mayor de los Kagami. Era una muchacha de 13 años que, aún siendo una niña mimada y consentida, no le daba muchos problemas.
Las madres de ambos, con ansias de ser abuelas, no hacían más que insistir en que tuvieran descendencia. Pero por algún motivo, Misaki no se quedaba encinta.
Balder, ya con 20 años, empezó a preocuparse. ¿Y si era culpa suya? ¿Acaso el ser especial tenía más repercusiones de las que él creía? Misaki veía las preocupaciones de su marido, e intentaba, siempre que estaba en su mano, liberarlo de esos pensamientos. Pero era una idea que Balder no podía quitársela de la cabeza.
– Que venga cuando tenga que venir – abrazó Misaki a su marido por la espalda. – Sólo espero que no salga como su padre…
– ¿Te estás metiendo conmigo? – Balder la miró de reojo, a la vez que Misaki agachaba la cabeza para que viera bien su risa burlona.
– En vez de quedarte en esta silla mustio y pensativo, ¿por qué no me llevas a la cama? – decía mientras le besaba suavemente el cuello.
– ¿Intentas provocarme?
Balder se giró rápidamente hacia ella, sobresaltándola debido a la rápida reacción de él. La cogió en brazos y se la llevó al dormitorio.
Un día, en la capital, Balder tuvo una sensación extraña. Era como una vibración, como si algo lo exaltara. Aumentaba conforme se acercaba al campo de entrenamiento. Allí estaban los Aprendices, practicando. El entrenador estaba discutiendo con una muchacha morena, que se limitaba a escuchar lo que él decía. Más tarde, ese mismo día, se cruzó con aquella muchacha mientras Balder se marchaba hacia su casa, y volvió a tener la misma sensación.
– Hay una Aprendiz que me intriga – comentó Balder a su esposa mientras hacia la cena. – Es acercarme a ella y empezar a sentir cosas raras.
– Vaya, ¿ahora te gustan jovencitas? – bromeaba Misaki, sin apartar la mirada de la olla.
– No, me refiero a que – Balder movía sus manos, intentando encontrar las palabras para explicar la sensación que tuvo –, no sé, ha sido raro.
Mientras Misaki comprobaba si le faltaba algún ingrediente al cocido que estaba haciendo, miraba a Balder, viendo en su rostro la confusión que le causaba esa muchacha.
– ¿Y si hablas con ella?
– ¿Y qué le digo? “Oye, que el otro día pasé por tu lado y me pusiste nervioso”. Aunque sea joven, seguro que me abofetearía… Yo me abofetearía.
Misaki sonrió y acarició la mejilla de Balder. Comentó que quizá fuera una señal de algún tipo, e insistió en que hablara con esa muchacha.
Al día siguiente, Balder fue de nuevo hacia el campo de entrenamiento, pero no habló con ella, sino con el entrenador, porque seguía sin encontrar las palabras adecuadas para dirigirse a la joven.
El entrenador le habló sobre esa joven, llamada Mina. Era la hija de un importante Caballero, pero parecía ser la antítesis de ese hombre: desobediente, taciturna, independiente. “Así nunca llegará a ser un buen Caballero”. Mientras hablaban, Balder miraba a Mina, y seguía teniendo esa sensación que tanto inquietaba a Balder.
Pocos días después, en la capital, había un gran revuelo formado. La gente hacía comentarios “Está poseída”, “Es un ser de las tinieblas”. Sin saber por qué, la primera persona que vino a la cabeza de Balder fue Mina.
Fue a hablar con sus compañeros y les explicaron que la joven había tenido una discusión muy fuerte con su padre y que, con algún tipo de poder maligno lo había intentado hechizar.
– ¿Poder? – preguntó Balder curioso, queriendo entender en ese momento que las vibraciones que había notado tenían algo que ver con eso.
– Y la muy cobarde ha huido hacia el bosque. La están buscando.
Le señalaron la posición donde estaba el padre de Mina, el cual estaba hablando con un general. Balder quería ir a hablar con él, para sacar algo más en claro.
De pronto, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Miró hacia su izquierda y vio como, de un agujero negro, salía aquella muchacha, corriendo, directa hacia su padre. Lo abrazó, disculpándose y con el miedo dibujado en su rostro. No obstante, el padre la apartó, como quien aparta una mosca del plato. La despreció y la alejó de él. Mina se quedó muy quieta. Balder se acercaba hacia donde estaban ellos, cuando de pronto vio como un halo negro empezó a rodear a Mina, y como un agujero negro empezaba a envolver los pies de su padre.
Sin pensárselo dos veces, Balder corrió hacia ella y la agarró por la espalda. Se la cargó al hombro, como si fuera un saco, y salió corriendo de allí.
Y... para saber como continúa tendréis que leer la historia de Mina :D Veréis que está bastante peor escrita, ya que han pasado como dos años desde que las escribí, y la evolución es constante, muchachos ôô jaja Pero bueno, la historia está jaja
Oh... y por si tenéis curiosidad... tres años después de esto, Misaki se quedará embarazada :)
© Hikari
Al salir de aquel monasterio, casi a punto de ser alcanzado, se topó de bruces con la Caballería. Los bandidos al verlos se retiraron hacia dentro, pero la Caballería los apresó. Balder estaba allí con ellos, explicándoles lo que había pasado.
Al examinar los cuerpos de los bandidos, vio que ninguno estaba herido, y preguntaron a Balder qué había pasado, a lo que él contestó que habría tenido suerte. Tras esta respuesta tan poco clara de Balder, los Caballeros seguían sin creerse que un solo hombre pudiera haber hecho algo así, pero no tenían pruebas que demostraran lo contrario.
Regresaron a la capital. Al verlo aparecer, Misaki corrió a sus brazos. Balder explicaba la situación a su familia, mientras el general de la Guardia hablaba con el entrenador. Tras una pequeña conversación, éste se acercó a Balder. Muy serio, lo miraba fijamente. Balder se erguió mostrando respeto a su superior. El entrenador lo examinó muy detenidamente; no tenía ni un rasguño, pero sus armas si tenían signos de lucha. Lo miró a los ojos y, al ver la mirada firme de Balder, sonrió y estiró su mano.
– Felicidades – dijo el entrenador.
Balder no pudo contener la alegría y tomó fuerte la mano de su entrenador, agradeciendo todo el esfuerzo que había hecho. Abrazó fuerte a su padre, que se sentía más orgulloso que nunca, y recibió la enhorabuena de su cuñado. Se giró y vio a Misaki, con las manos juntas, tapándose la boca, y los ojos brillantes de la ilusión. Balder fue hacia ella, y la abrazó, levantándola del suelo, mientras ella reía y lo felicitaba.
Durante una semana tras el ascenso de Balder a Caballero, se estuvieron investigando los misterios que rodeaban a la misión que había realizado, puesto que, según pensaban los altos cargos del ejército del Rey, ningún caballero de su nivel podría haberse enfrentado a tantos bandidos solo y sin sufrir daño. Aún así, nadie sacó nada en claro.
Balder estaba feliz con su nuevo título. Sentía que podía respirar más tranquilo ahora que ya era Caballero. Además, empezaba a controlar su poder y se sentía más fuerte que nunca.
– ¿Alguna vez has pensado en que pueda haber más personas como tú? – preguntó Misaki.
Balder la miró extrañado. Desde que descubrió sus poderes, nunca se había planteado la existencia de más personas como él.
– Quizá andan perdidos por ahí, con miedo…
– ¿Cómo lo estaba yo? – dijo Balder, sonriendo.
Balder la miró y vio su sonrisilla tímida. Por primera vez pensó en lo mucho que había significado encontrar a Misaki. El haber tenido su apoyo y su cariño. Por primera vez pensó en que quería estar siempre a su lado.
Antes de caer la noche, Balder la acompañó a su casa.
– Pues ya estamos – dijo Misaki, alegre, sosteniendo las manos de Balder –. ¿Nos veremos mañana?
– Claro.
Misaki sonrió y se inclinó hacia él para darle el beso de despedida. Cuando fue a soltar sus manos, Balder las agarró fuerte. Misaki levantó la mirada hacia él.
– ¿Qué pasa?
– Misaki… – dijo Balder, con un hilo de voz que parecía que costaba salir de su garganta –. Me estaba preguntando si…
Las palabras no salían, y sus manos empezaron a temblar. Misaki lo notó, y no pudo evitar preocuparse, ignorando lo que Balder intentaba decir. Con una mirada inocente, lo miraba expectante de sus palabras, sin decir nada, lo cual incomodaba aún más a Balder.
– Bueno, desde que nos conocimos hemos pasado por mucho juntos – explicaba Balder, pareciendo hacer un esfuerzo sobrehumano –. Siento que de verdad eres la persona más maravillosa que debe existir en todo el Reino, y me preguntaba si… querrías pasar el resto de tu vida a mi lado.
Misaki no podía apartar la mirada de él. Sus ojos, brillantes por las lágrimas que empezaban a nacer de ellos, reflejaban lo que estaban a punto de pronunciar sus labios.
– ¿Me estás pidiendo – preguntaba, cogiendo aire para sobrellevar la emoción que la embargaba – que me case contigo?
– Sí – contestó Balder, con una sonrisa tímida.
Sin contestar nada, Misaki abrazó a Balder, más fuerte de lo que lo había hecho nunca, mientras lloraba sin poder pronunciar palabra. Se separó un poco de él, y asintió con la cabeza, mientras secaba sus lágrimas de alegría. Balder, al ver la respuesta, le acarició las mejillas y la besó.
Cuando Misaki se calmó, entraron en la casa para comunicar la noticia a su familia. Balder obtuvo el consentimiento de sus padres de inmediato, ya que desde el primer momento pensaron que era un buen partido para su hija.
El tiempo pasó. Balder y Misaki celebraron una boda humilde, con la familia y los amigos, yendo a comer todos a casa de la familia de él. La pareja fue a vivir a una casa que el abuelo de Misaki les había cedido. Estaba más cerca de la capital, lo cual iba bien para ambos.
Misaki había empezado a trabajar, gracias a que un amigo de la familia conocía al amigo de una familia adinerada, como doncella de la hija mayor de los Kagami. Era una muchacha de 13 años que, aún siendo una niña mimada y consentida, no le daba muchos problemas.
Las madres de ambos, con ansias de ser abuelas, no hacían más que insistir en que tuvieran descendencia. Pero por algún motivo, Misaki no se quedaba encinta.
Balder, ya con 20 años, empezó a preocuparse. ¿Y si era culpa suya? ¿Acaso el ser especial tenía más repercusiones de las que él creía? Misaki veía las preocupaciones de su marido, e intentaba, siempre que estaba en su mano, liberarlo de esos pensamientos. Pero era una idea que Balder no podía quitársela de la cabeza.
– Que venga cuando tenga que venir – abrazó Misaki a su marido por la espalda. – Sólo espero que no salga como su padre…
– ¿Te estás metiendo conmigo? – Balder la miró de reojo, a la vez que Misaki agachaba la cabeza para que viera bien su risa burlona.
– En vez de quedarte en esta silla mustio y pensativo, ¿por qué no me llevas a la cama? – decía mientras le besaba suavemente el cuello.
– ¿Intentas provocarme?
Balder se giró rápidamente hacia ella, sobresaltándola debido a la rápida reacción de él. La cogió en brazos y se la llevó al dormitorio.
Un día, en la capital, Balder tuvo una sensación extraña. Era como una vibración, como si algo lo exaltara. Aumentaba conforme se acercaba al campo de entrenamiento. Allí estaban los Aprendices, practicando. El entrenador estaba discutiendo con una muchacha morena, que se limitaba a escuchar lo que él decía. Más tarde, ese mismo día, se cruzó con aquella muchacha mientras Balder se marchaba hacia su casa, y volvió a tener la misma sensación.
– Hay una Aprendiz que me intriga – comentó Balder a su esposa mientras hacia la cena. – Es acercarme a ella y empezar a sentir cosas raras.
– Vaya, ¿ahora te gustan jovencitas? – bromeaba Misaki, sin apartar la mirada de la olla.
– No, me refiero a que – Balder movía sus manos, intentando encontrar las palabras para explicar la sensación que tuvo –, no sé, ha sido raro.
Mientras Misaki comprobaba si le faltaba algún ingrediente al cocido que estaba haciendo, miraba a Balder, viendo en su rostro la confusión que le causaba esa muchacha.
– ¿Y si hablas con ella?
– ¿Y qué le digo? “Oye, que el otro día pasé por tu lado y me pusiste nervioso”. Aunque sea joven, seguro que me abofetearía… Yo me abofetearía.
Misaki sonrió y acarició la mejilla de Balder. Comentó que quizá fuera una señal de algún tipo, e insistió en que hablara con esa muchacha.
Al día siguiente, Balder fue de nuevo hacia el campo de entrenamiento, pero no habló con ella, sino con el entrenador, porque seguía sin encontrar las palabras adecuadas para dirigirse a la joven.
El entrenador le habló sobre esa joven, llamada Mina. Era la hija de un importante Caballero, pero parecía ser la antítesis de ese hombre: desobediente, taciturna, independiente. “Así nunca llegará a ser un buen Caballero”. Mientras hablaban, Balder miraba a Mina, y seguía teniendo esa sensación que tanto inquietaba a Balder.
Pocos días después, en la capital, había un gran revuelo formado. La gente hacía comentarios “Está poseída”, “Es un ser de las tinieblas”. Sin saber por qué, la primera persona que vino a la cabeza de Balder fue Mina.
Fue a hablar con sus compañeros y les explicaron que la joven había tenido una discusión muy fuerte con su padre y que, con algún tipo de poder maligno lo había intentado hechizar.
– ¿Poder? – preguntó Balder curioso, queriendo entender en ese momento que las vibraciones que había notado tenían algo que ver con eso.
– Y la muy cobarde ha huido hacia el bosque. La están buscando.
Le señalaron la posición donde estaba el padre de Mina, el cual estaba hablando con un general. Balder quería ir a hablar con él, para sacar algo más en claro.
De pronto, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Miró hacia su izquierda y vio como, de un agujero negro, salía aquella muchacha, corriendo, directa hacia su padre. Lo abrazó, disculpándose y con el miedo dibujado en su rostro. No obstante, el padre la apartó, como quien aparta una mosca del plato. La despreció y la alejó de él. Mina se quedó muy quieta. Balder se acercaba hacia donde estaban ellos, cuando de pronto vio como un halo negro empezó a rodear a Mina, y como un agujero negro empezaba a envolver los pies de su padre.
Sin pensárselo dos veces, Balder corrió hacia ella y la agarró por la espalda. Se la cargó al hombro, como si fuera un saco, y salió corriendo de allí.
Y... para saber como continúa tendréis que leer la historia de Mina :D Veréis que está bastante peor escrita, ya que han pasado como dos años desde que las escribí, y la evolución es constante, muchachos ôô jaja Pero bueno, la historia está jaja
Oh... y por si tenéis curiosidad... tres años después de esto, Misaki se quedará embarazada :)
© Hikari
Muy bien, después de leer esto... QUIERO LEER LA HISTORIA DE MINA! Que ya no me acuerdo xD y encima me tengo que ir... cawen :P
Que macos la parejita. Y pobre Mina... pero como ha de molar esa oscuridad xDD
Ahora mismo leo la Historia de Mina, me ha encantado la del Balder, de verdad ^^
¡Besos!