Hana dejó que su amigo le indicara la posición que él quería para la foto. Mientras le daba deshojaba la margarita y dejaba los pétalos a su alrededor, notó que una pareja de ancianos que paseaba por allí la miraban. Volvió la vista hacia ellos. No sólo la miraban a ella, sino que los miraban a los dos, sonriendo. Sin saber por qué, se sonrojó.
– Hana.
– ¡Sí! – respondió exaltada.
– Le has quitado todos los pétalos – Ryosuke rió. Hana miró la flor que tenía entre sus manos. Se había desconcentrado y había deshojado la margarita por completo. – ¿Ves como harían falta más?
Deshojó otra margarita, y esta vez la dejaron con un solo pétalo. Ryosuke le dijo como debía colocarse y le pidió que sonriera.
– ¡Lo intento! – replicó ella. – ¡Pero es muy difícil concentrarse en salir bien cuando te están apuntando con un objetivo!
– Es una cámara, no una pistola – dijo él, burlón. – Cierra los ojos y olvida la cámara. Piensa en algo que te haga feliz. No hace falta que te concentres tanto.
Hana cerró los ojos. Intentaba recordar algún momento alegre de los últimos días, pero sólo encontraba tormento y no lograba sonreír. Por algún motivo, pensó en Ryosuke. Recordó como la animó. Siempre había sido así, desde pequeños. Recordó como en el colegió, con 8 años, Hana se cayó al suelo y se hizo un rasguño en la rodilla. Empezó a llorar, por el dolor y pensando que sus padres la regañarían. Ryosuke le lavó la herida con el agua de la fuente, y se la cubrió con papel higiénico, enganchándolo a su piel con celo.
Inevitablemente, Hana sonrió. En ese instante, el flash de la cámara interrumpió sus recuerdos. Se asustó, e inmediatamente se puso a reir.
Ryosuke miró la cámara y sonrió.
– ¿Quieres ver la foto? – dijo volviendo su mirada a ella.
Hana asintió entusiasmada. Se descubrió a ella misma sonriendo de una manera muy dulce, mientras sostenía aquella margarita entre sus dedos. Había olvidado completamente la flor. Pensó que la combinación resultaba muy tierna.
– Sales muy mona – comentó Ryosuke. – ¿En qué pensabas?
– Es un secreto – dijo risueña.
Empezaron a recoger. Les habían sobrado 3 margaritas. Cuatro con la que llevaba Hana aún tras la oreja.
– Quédatelas – insistió Ryosuke. – Serán el pago por dejarte hacer las fotos.
– ¿En serio? – Hana las tomó entre sus manos. Cogió una y se la colocó a Ryosuke detrás de la oreja, cómo había hecho él antes. – Esta para ti. Ja, ja. Divina – dijo sonriendo alegremente.
Él la golpeó suavemente en la cabeza, por reírse de él. Ambos rieron. Ryosuke la invitó a tomar algo, pero ella dijo que estaba cansada y prefería marcharse a casa.
Se despidieron allí, porque Ryosuke quería quedarse haciendo algunas fotos en el parque. Hana se marchó y, antes de seguir con sus cosas, Ryosuke decidió sentarse en un banco, con su cámara, viendo las fotografías que había hecho. Sonreía, con una mirada tierna.
© Hikari
Me encantó la parte en la que Hana recuerda que Ryosuke le lavó la herida ^^ que monos son estos dos >///<
¡Besos!
PD;Wee, esta vez si me he dado cuenta de que había Hana! XDD
Pero qué remono es Ryosuke ;////;
Hacen una pareja preciosa ♥♥♥
Sííí >///<
Ya veréis como sigue la cosa... mmmjuju...