Al día siguiente, Natsumi llamó a la puerta de la casa de Hana para ir juntas al instituto. Su madre le abrió la puerta. Hana, en la cocina, engulló rápidamente lo que le quedaba de desayuno y salió corriendo.
      – ¡Pero no comas tan deprisa, hija! – le decía su madre. – Que te va a dar algo.
      – ¡No tengo tiempo, mamá! – replicaba Hana después de tragar la comida que rápidamente había masticado en su boca.
      Natsumi la esperaba en el recibidor, con una sonrisa en los labios. Todas las mañanas era la misma situación.
      Mientras iban caminando hacia el instituto, Hana le contaba a su amiga todo lo que había pasado aquel fin de semana.
      – ¿¡Que te dijo qué!? – gritó Natsumi furiosa al escuchar la discusión que Hana tuvo con Kato.
      – ¡Baja la voz! – dijo Hana avergonzada por el escándalo que, como siempre, su amiga formaba en mitad de la calle.
      – ¿Desde cuándo es tan capullo? – Natsumi no se podía creer que Kato se hubiera convertido en alguien, a su parecer, estúpido y desconsiderado. – Nunca se había comportado así.
      – Es que… – Hana intentaba buscar unas palabras que lograran calmar a su amiga – Bueno, supongo que lo de la chica esa se le han subido un poco los humos…
      – ¿¡Un poco!? – volvió a gritar Natsumi. Hana de nuevo le hizo un gesto para que bajara la voz. – Esa tía le tiene que haber sorbido el coco. Si lo tuviera delante le aplaudiría en la cara, mira lo que te digo.
      – Cálmate – Natsumi y Kato habían sido amigos desde secundaria y a Hana no le gustaba que se molestara tanto con él por su culpa. – Estás más enfada tú que yo…
      – Esa es otra – Natsumi se cruzó de brazos y miró a Hana con unos ojos penetrantes. – ¿Por qué narices estás tan tranquila?
      – No he pasado un buen fin de semana – dijo Hana suspirando. – Pero Ryosuke me apoyó, y hoy me siento mejor.
      – ¿Ryosuke? – Natsumi parecía sorprendida. – ¿Qué Ryosuke? ¿Nuestro Ryosuke?
      – ¿Conoces a otro? – Hana curvó sus cejas. – ¿Qué pasa con él?
      – No sé. Es… chico. Pensaba que se pondría de parte de Kato.
      – Ryosuke no es así – Hana rió. – El sabía que yo estaba mal y me ayudó. Siempre ha sido muy bueno.
      – Sí, sobretodo contigo… – comentó Natsumi, mientras Hana reía orgullosa de tener un amigo tan bueno. Al ver la ignorancia de su amiga, Natsumi rodó los ojos mientras soltaba un profundo suspiro.
      – ¿Qué pasa? – preguntó Hana curiosa
      – Nada, nada.
      Llegaron al instituto. Al entrar en clase, sus tres amigos estaban allí, sentados juntos pero sin decir nada. Parecía que había algo de tensión en el ambiente, pero Yoichi, que estaba en medio, no entendía qué podía pasar. Desde la puerta, Natsumi los saludó. Kato miró a Hana, pero ella giró la cara y fue a dejar las cosas en su mesa.Yoichi se levantó y fue a hablar con Natsumi, que también estaba en su pupitre dejando sus cosas.
      – ¿Tú sabes qué ha pasado? – preguntó Yoichi curioso. – Esos dos llevan sin hablar toda la mañana.
      – Bueno, de algo me he enterado – dijo Natusmi, torciendo la boca –, pero es demasiado complicado.