De verdad, yo no quería que Kato se volviera tan gilipollas, os lo aseguro =.= Pero la gente quería que fuera un cabrón, y en un cabrón se convirtió. Lo siento Kato, perdóname :(

     – ¿Desde cuándo te has vuelto tan estúpido? Pareces otro Kato diferente.
     –¡La que habla! – dijo él, mirándola sin cerrar la boca, apretando los dientes como un perro enrabietado. – ¿Te has mirado al espejo?
      – ¿Y tú te estás oyendo? – exclamó, agitando sus manos. – Paso de todo esto. Que te aproveche tu novia. ¡Yo me largo! – dijo mientras daba media vuelta.
      – ¡Espera! Hana caminaba con paso firme, ignorando a Kato.
      Éste, al ver que se marchaba, sacó su cartera del bolsillo del pantalón. La abrió y cogió algo de ella. Cuando lo tenía en la mano, y una vez guardada su cartera, fue a buscar a Hana. La tomó del brazo, haciéndola girar bruscamente. Ella se giró, y liberó su brazo con un golpe hacia atrás. El la cogió por su muñeca derecha y puso un pequeño trozo de papel delante de sus ojos.
      – ¡También quiero que me expliques esto!
      Hana movió la muñeca para soltarse de Kato.
      – ¡A mí qué me cuentas! – exclamó ella.
      – ¿No te suena?
      Ni en los ojos ni en el tono de voz de Kato había la misma ira de antes. Parecía que se había cansado de discutir sobre ese tema. Lo que mostraba era un interés incesante en que lo que a aquel pedazo de papel se refería.
Hana lo examinó, pero ante sus ojos sólo veía un trozo de papel de bordes irregulares. Kato miró el papel.
      – “Querído Kato” – dijo leyendo el papel que tenía entre sus dedos. – ¿Sigue sin sonarte? – levantó una ceja, esperando la respuesta de su amiga.
      Hana estaba extrañada. ¿De qué le hablaba? Miró a Kato y luego bajó la vista hacia el papel. Entonces, en un instante, como el flashback de las películas, Hana se vio a sí misma rompiendo en pedazos la carta de amor que le había escrito. “¿Y si se me cayó un trozo?” pensó. Kato pudo ver en su cara el reflejo de ese flashback, a pesar de que Hana intentaba disimularlo.
      – ¿Por qué debería de sonarme? – preguntó Hana, tras tragar saliva.
      – Claramente es tu letra – volteó ligeramente la cabeza mientras levantaba las cejas.
      – ¿Y tú que sabes? – Hana desvió la mirada –. Mi letra es muy común.
      – Nos conocemos desde hace mucho. Sé perfectamente cuál es tu letra – dijo sonriendo, convencido de sus palabras.
      Hana seguía negando aquella evidencia. Rodó los ojos a la vez que se giraba para marcharse. Estaba cansada de discutir con él. Kato seguramente ya habría llegado a la conclusión de que la carta era suya, así que no veía motivo para permanecer ahí. Toda explicación sería innecesaria.
      – No disimules – decía él. – Lo dijo Natsumi: te gusta un chico. En la cafetería no caí, pero cuando llegué a casa caí en la cuenta. Ja, ja – se reía, como si aquello fuera un juego para él.
      Hana escuchaba sus palabras mientras se marchaba. No quería volver la vista atrás. Se sentía estúpida por haber querido a alguien que la estaba tratando tan mal. 

© Hikari