Caminando, abrazándose a ella misma, iba perdiendo las fuerzas. Su llanto había cesado, pero sus lágrimas inundaban sus ojos, impidiéndole ver con claridad. Había decidido olvidarse de Kato, pero es imposible olvidar tan pronto a la persona amada. La esperanza la había hecho ir a ese parque, y lo único que consiguió fue sentirse triste y humillada. Con este pensamiento, rompió a llorar de nuevo.
       Perdida en un mar de lágrimas, escuchó como alguien la llamaba. Secó sus lágrimas con el dorso de su mano y se giró. Ryosuke estaba allí, de pie, mirándola, vestido con los pantalones cortos y la camiseta que llevaba para estar por casa. Había corrido tras Hana, preocupado, al verla salir corriendo de su casa.
       – ¿Estás bien? – preguntó con una voz dulce.
       Hana lo miraba, sin poder decir nada. Rezaba porque no hubiera oído nada. Ryosuke, al ver que no contestaba se acercó a ella, mientras sacaba un pañuelo de papel del paquete de pañuelos que llevaba en el bolsillo. Le dio el pañuelo a Hana, que lo cogió y se secó las lágrimas.
       Sin decir nada, acarició la cabeza de Hana. Ella levantó la vista. Tenía una sonrisa tierna y una mirada llena de afecto, que hicieron que Hana rompiera a llorar de nuevo. Lo abrazó, sintiéndose apoyada por él. Ryosuke la rodeó con sus brazos y dejó que su amiga se desahogara.
       Una vez cesado el llanto, Hana se separó de él avergonzada.
       – Lo siento – se disculpó.
       –Tranquila – dijo él sonriendo.
       – Creo que debería irme.
       – ¿Quieres que te acompañe? – Ryosuke sentía que no podía dejar a Hana sola en ese estado.
       – ¿Eh? Bueno…
       No sabía qué decir. Estaban caminando envueltos en un silencio incómodo. Ryosuke no decía nada de lo sucedido, y eso ponía nerviosa a Hana.
       – ¿Cómo es que estabas allí? – preguntó finalmente Hana.
       – Has salido tan deprisa de casa que pensé que había pasado algo grave, así que salí detrás de ti. Pero tú no te diste cuenta…
       – Pues no je, je. Lo siento.
       – Ya, bueno. No importa. Aunque no esperé encontrarme con algo así – la voz de Ryosuke seguía siendo muy suave, pero tenía un trasfondo de pena que Hana podía ver.
       – ¿Lo has oído todo?
       Ryosuke no dijo nada. Soltó un largo suspiro y torció la boca, haciéndole entender a Hana que sí que lo había oído. Ella sonrió triste, mirando al suelo.
       – Ya veo. Que chafardero je, je.
       – Estaba preocupado – dijo él serio.
       Unas palabras similares habían surgido antes en la discusión con Kato, lo cual hizo entristecer un poco más a Hana. Ryosuke notó la tristeza de su amiga. Cogió aire mientras miraba al cielo, y soltó el aire mirando hacia su derecha.