Juego de Imaginación

Publicado por Hikari | Etiquetas: | Posted On sábado, 7 de julio de 2012 at 16:31

Bueno, saco un ratete! No sé si me dará tiempo a terminar porque hoy tengo una boda y aun tengo que acabar de arreglarme... Normalmente si no termino la historia lo guardo y la publico al día siguiente... pero hoy la publicaré para que veáis que no miento! jajaja

En fin, resultados!

  • Empate... como no xD Tendría que haberlo dejado abierto más tiempo, pero no caí en su momento jajaja En fin... a vel....O sonríe o le da de hostias a la masa... Hmmmm ¿Qué haría superman en una situación así?
     Arisu se quedó parada, con la mirada fija en el vacío, pensando en por qué era ella quien tenía que pagar por los caprichos de unas estúpidas que no merecían ni tan siquiera una lágrima suya. Clavó con fuerza sus dedos en la masa y dibujó una media sonrisa, llena de rabia, mientras repetía una y otra vez lo idiotas que eran. Desahogaba toda su furia con aquella masa de galletas, hasta que Uboshita puso su mano sobre el hombro de Arisu.
     – ¡Hey, hey! Calma – dijo ella viendo la tensión que tenía Arisu en todo su cuerpo. – ¿Pasa algo?
     Arisu ni siquiera podía levantar la cabeza, se había cansado de sonreír y de fingir que nada de aquello había pasado, pero tampoco quería que nadie la viera así.
     – No... – contestó sin apenas mover un ápice de su cuerpo.
     Levantó las manos de la masa y fue a lavarse las manos. Uboshita la miraba extrañada, ya que Arisu siempre le había parecido una chica relajada y alegre, y el verla en aquel estado la sorprendía bastante. Regresó de la pica y cogió el rodillo para extender la masa. Seguía callada y encerrada en su mundo, así que Uboshita prefirió dejarla estar, no fuera a ser que lo único que consiguiera fuera empeorar su humor.
     Tras unos minutos sacaron las galletas del horno. Las galletas de Arisu se habían quemado un poco porque había extendido demasiado la masa.
     – ¿Quieres unas pocas de las mías? – le ofreció Uboshita amablemente, al ver como suspiraba al comprobar el estado de su trabajo.
     – No hace falta, gracias – Arisu se esforzó en sonreirle, ya que había estado durante toda la hora pendiente de ella.
     Se marchó con sus galletas en una bolsa. Caminaba como si todo su cuerpo pesara el doble, arrastrando los pies. De repente, una voz la hizo reaccionar.
     – ¡Arisu! – Mayu la llamaba a lo lejos. La había visto por el pasillo al salir del vestuario y corrió tras ella.
     Arisu se paró. No quería oír lo que tenía que decirle en ese instante, pero tampoco quería salir corriendo, así que se quedó quieta, esperando a que su cuerpo reaccionara de una manera u otra.
     Mayu estaba a unos pasos detrás de ella, con tantas cosas que decirle pero sin saber por dónde empezar, cuando de repente Arisu se volvió hacia a ella y le lanzó un puñado de galletas quemadas, y seguidamente le tiró la bolsa entera.
     – ¡Esto es por tu culpa! – gritó Arisu enfurecida. – ¡Todo es por tu culpa! ¿Por qué me hablaste aquel día? ¿Teníais ya pensado tomarme el pelo y aprovecharos de mí?
     Mayu sabía que se refería al día en que llegó. Intentaba explicarle lo que había sucedido pero Arisu estaba tan enfadada que no quería oír nada de lo que ella quería decir. Ebisawa apareció en el pasillo encontrándose con aquel panorama, y obligó a las dos chicas a limpiar todo aquello.
     – No sé qué ha pasado, pero el instituto no tiene la culpa, así que recoged este estropicio. – Ebisawa intentaba conseguir un tono autoritario, pero por algún motivo, cuando reprendía a alguno de sus alumnos siempre parecía una madre castigando a sus hijos.
     Arisu se quedó quieta, mirando la cara dolor de Mayu, quien también le mantenía la mirada esperando a que Arisu sonriera y le dijera que no pasaba nada.
     – ¡Venga! ¿A qué estáis esperando? – insistió Ebisawa.
     – ¡Dejad que os ayude! – Uboshita apareció, junto con otras chicas del club que pasaron de largo mirando la escena.
     Al ver que Uboshita se agachaba a recoger, Arisu se dispuso también a limpiar lo que ella había ensuciado.
     – ¿Estás bien? – le susurró Uboshita a Arisu, quien asintió con la cabeza.
     Uboshita fue a la conserjería a buscar una escoba para barrer las migas que quedaban tras recoger las galletas, y Mayu y Arisu se quedaron solas de nuevo, una sentada de rodillas en el suelo, y la otra apoyada en la pared, esperando a que apareciera Uboshita y poder largarse de allí.
     – Lo siento... – empezó diciendo Mayu, aprovechando aquel silencio que se había formado – Es verdad, todo es culpa mía. Fui yo quien te metió en todo ese lío de Ryoji... tenía miedo que si les decías que no te acosaran como a Mio, y al final a acabado pasando de todas formas...
     – ¡Eso me da igual! – exclamó Arisu – Lo que a mí me molesta es que estuvieras con ellas cuando me decían esas cosas tan horribles y ni siquiera interviniste para defenderme. ¡Ni siquiera me miraste!
Mayu empezó a llorar, mientras repetía sin parar que Arisu tenía razón.
     – ¡Por qué lloras! ¡Soy yo la que debería estar llorando! – el llanto de Mayu la hacía sentir culpable, y eso la enfurecía aún más, porque ella no tenía culpa de nada. – ¡No es justo!
     – ¡Es que...! Tú eres la única persona con la que puedo ser yo misma sin miedo a ser rechazada – hablaba bajo, avergonzada de confesar sus sentimientos como último recurso para recuperar una amistad que no quería perder –, y por ser una imbécil y querer ser popular renuncio a las únicas personas que me importan...
     Los ojos de Arisu se empezaban a llenar de lágrimas, pero ninguna de ellas rodaba por sus mejillas. Ella tampoco quería perder esa amistad, pero sentía que era Mayu quien las alejaba a empujones una y otra vez. Se agachó a su altura.
     – Serás idiota – dijo con una risa suave. Mayu la miró. – No necesitas a esas estúpidas para ser popular. Podrías ser la reina de este jodido instituto si quisieras. Por eso no entiendo por qué vas con esas tías y te obligas a hacer cosas que no quieres hacer.
     Mayu la abrazó repentinamente, rogando su perdón. Arisu empezó a llorar también, pidiéndole que no hiciera más cosas estúpidas. La gente que salía de los clubs las veían, algunos risueños, otros emocionados con la escena, y ellas sabían que llamaban la atención, pero les daba igual.
     Cuando las dos chicas se separaron y se pusieron en pie, tuvieron que sacudirse de la falda y las piernas todas las migas de las galletas que se les habían quedado enganchadas. En ese momento Arisu pensó en Uboshita, y al levantar la vista se encontró con la escoba apoyada en la pared a un par de metros de ellas.


Uboshita se ha comido tu enfado, te ha ayudado a recoger y luego la pobre se ha ido para no molestar. Eso te hace sentir un poco mal, así que decides...

  • Le compro un detallito y el próximo día en el club se lo doy.
  • Me cuelo al día siguiente en el aula de cocina y le hago algo casero.
  • Voy al día siguiente a su clase para pedirle disculpas.
Bueno, podéis decir el detallito si queréis, incluso podéis decir "¡No! Que le compre algo y que se lo dé mañana!" xDD No sé, cómo queráis jaja



© Hikari

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